#15: Helada

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En la oscuridad, mirando las estrellas desde la ventana de Vi, el intento de beso que Blas casi me había dado parecía un sueño. Algo muy lejano, algo que no había sido arruinado por las buenas intenciones de mi abuela y el hecho de que Blas claramente no estaba listo para ser fiel a si mismo. Porque podía ser un idiota, pero sabía reconocer perfectamente a alguien asustado de ser quien era. Lo sabía porque yo mismo había rehuido toda la vida de ese sentimiento, obligándome a aceptarme aun cuando no estaba listo para hacerlo, aunque no precisamente por la misma razón. El pánico en los ojos de Blas no dejaba dudas al respecto; al caer en cuenta de lo que había estado a punto de hacer se le helaron los huesos, y no tuvo otra opción que la de salir corriendo.

Me pasé la noche en vela. ¿La razón? Pues había varias, aunque todo se resumía más o menos en que era un completo idiota. No podía creer que una hora antes de que Blas se me acercara de ese modo, le hubiera dado una oportunidad que no merecía a Trevor. La única razón tras aquello había sido mi miedo petrificante a quedarme solo, y luego resultaba que Blas estaba interesado en mí. No importaba realmente, porque me había quedado claro de sólo verlo que no podría reunir el coraje necesario para besarme, pero eso no me impedía soñar despierto con cómo habría sido todo si mi abuela no hubiera abierto la puerta. En mi imaginación, Blas me besaba, yo lo besaba, y repetíamos el ciclo hasta que me pedía ser su novio. Trevor habría desaparecido de mi vida, y por fin podía andar con mi novio de la mano frente a la playa, o besarlo mientras esperábamos que dieran la luz verde sentados en su convertible. Sabía que la ensoñación no me llevaría a ningún lado, pero pensaba darme en el gusto, especialmente después de haberme pasado un par de horas lloriqueando encerrado en mi habitación, demasiado frustrado como para dejar que mi abuela entrase a disculparse y demasiado desolado como para hacer nada más.

Luego mamá había llamado desde el hospital, diciendo que la abuela de Vi estaba haciendo operada en ese mismo momento, y aquello fue suficiente para sacarme de mi miseria, al menos por un rato. Pero cuando todo estaba callado a mi alrededor, los pensamientos volvían, y llevaba ya varias horas columpiándome entre ensoñaciones y lástima por mí mismo. Vi me explicó que Blas las había visto por casualidad esperando un taxi y se había ofrecido a traerlas, y como agradecimiento, ella lo invitó a pasar y le convidó un té. A mí me parecía que la historia no estaba completa, pero no veía razón para que me estuviera mintiendo, además de que no era el mejor momento para presionarla. Al igual que yo, había pasado casi toda la noche en velo; sólo pudo dormir cuando sus padres volvieron a casa y le aseguraron que todo había salido bien. Le había ofrecido saltarnos las clases para que fuera a ver a su abuela al día siguiente, pero eso sólo logró ensombrecer su ánimo, asegurándome que no era necesario. Sabía que había sido una sugerencia tonta; Vi no sabía si su abuela querría verla si quiera, de hecho, no tenía ninguna razón para pensar que así fuera. Iría a verla, sin duda, Vi se preocupaba mucho de las personas, incluso si estas no eran buenas con ella, pero estaba claro que no iba a apresurarse en hacerlo. Tanto por su propio bien como el de su papá Joss.

Me quedé dormido poco antes de que el sol comenzara a aclararse, y soñé que una mano gigante intentaba meterme en un cajón que era demasiado pequeño para mí. Me aplastaba, me giraba, me ahogaba intentando cerrarlo. Hasta que finalmente lo hizo, y todo era oscuridad.

***

Unas horas más tarde, Rosa, Vi y yo pedaleábamos a toda velocidad en dirección a la escuela. Nos habíamos quedado dormidos, tanto, que nos habíamos perdido el primer bloque de clases. Sus padres y su abuelo no habían querido despertarnos, y estuvimos a punto de saltarnos el día completo, hasta que Vi recordó que tenía su primera sesión anual del club de teatro a la hora de almuerzo, y entonces nos vestimos a toda prisa y salimos para allá. Apenas tuve tiempo de despedirme de ellas antes de que sonara la campana que daba inicio al segundo bloque, y entre la prisa, tampoco había caído en cuenta de que tendría que pasar el día sentado junto a Blas. El día anterior, a causa de la preocupación, no había visto su auto fuera de la casa de Vi y su presencia me había tomado desprevenido, y el día de hoy había pasado exactamente lo mismo; entré a toda prisa al salón de clases sólo para encontrarme con que estaba allí, sentado en el mismo lugar que ocupaba a diario, en el lado de la mesa que daba al pasillo. Hubiera preferido no hablarle, pero, por supuesto, no tenía opción. No había espacio suficiente entre su silla y la mesa de atrás para que pudiera pasar sin que se moviera, no al menos sin hacer un gran esfuerzo.

Parcialmente Nublado / ¡Ganadora Wattys 2021!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora