#11: Llovizna

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Vi los mensajes de Sunny a eso del mediodía, y desde ese momento estuve llamándolo y mensajeando sin parar, pero nunca recibí respuesta. Pensé que probablemente se había ido a pasar el día a 'La Acuarela', que era nuestra laguna preferida en el jardín botánico, y muchas veces allá se perdía la señal, por lo cual me ocupé de avisarle a mis padres que Sunny se quedaría a dormir y luego le envié un último mensaje diciéndole que lo esperaba en casa cuando estuviera libre.

Mis abuelos volverían al campo luego del fin de semana, y hubiera preferido que Sunny no se los topara, pero no había remedio. De todas formas, a mi abuelo siempre le había caído bien, pero mi abuela creía que él tenía que ver con 'mi asunto', y no quería que tuviera que ser víctima de miradas incómodas o conversaciones acusatorias. Rosa, por otro lado, estaba encantada; la encontré en la cocina con papá Joss preparando masa para pizza y bocadillos. No era un secreto que estaba enamorada de Sunny, y siempre que venía se preocupaba de que tuviera mucho que comer. No se equivocaba, a Sunny le encantaba ese tipo de recibimiento, además de que mi hermana era muy buena cocinera a pesar de su corta edad. Era un don que papá Kim nos había pasado a mí y a ella.

Me di una ducha rápida, pensando que Sunny podría llegar en cualquier momento, aunque cuando volví a salir de mi habitación no había rastro de él por ningún lado. Mi abuelo me llamó a sentarme junto a él en el sofá mientras miraba el programa de pastelería que tanto me gustaba; sabía que a él no le interesaba particularmente, pero había hecho un hábito las últimas semanas de llamarme para que lo viéramos juntos, y me dejé abrazar por él mientras nos reíamos con los desastres de los participantes. Mi abuela, por descontado, no estaba por ningún lado. Siempre se encerraba en su habitación cuando mi abuelo decidía pasar tiempo conmigo, o se iba a jugar con Rosa, lo cual me parecía una manera muy mezquina de establecer su punto.

—¡No puede ser! —gritó mi hermana, que llevaba un buen rato pegada a la ventana esperando para ver a Sunny—. ¡Sunny viene en un auto!

¿Qué? ¿Un auto? ¿Podría ser que su padre lo hubiera traído? No, eso no tenía sentido, si las cosas hubieran salido bien, Sunny no estaría pasando la noche en mi casa. Me levanté para mirar por la ventana, y no pude creer lo que pasaba frente a mis ojos: mi mejor amigo venía sentado en el asiento del copilotode un convertible, y no cualquiera, sino el convertible color ciruela de Blasque siempre se quedaba mirando cuando nos lo cruzábamos camino a la escuela. Alvolante venía el mismísimo chico que le quitaba el sueño a mi mejor amigo, quiense estacionó frente a la casa, despidiéndolo con un gesto de la mano. Arrancóantes de que Sunny si quiera pudiera abrir la pequeña reja blanca y subir lasescaleras hasta mi puerta.

—¿Qué acaba de pasar? —le pregunté apenas entró sin dejar que si quiera me saludara.

Hola, Sunny, ¿cómo estás? ¡Qué bueno que viniste! —se burló—. También es un gusto verte, Vi.

—Nada de bromas ahora, dime, ¿¡qué hacías en el auto de Blas!?

—Pues venir hasta aquí —sonrió, como si fuera lo más obvio del mundo.

—Serás idiota —lo regañé—. Si no me lo cuentas...

Eso lo hizo reír, pero en vez de decirme nada, apuntó tras de mí, donde mis dos padres y Rosa estaban asomados tratando de escuchar.

—¿Quizás podamos ir a tu habitación? —preguntó, saludándolos—. Hola Joss, Kim, Rosa —dijo agachándose para abrazarla cuando ella corrió hacia él—. ¿Están tus abuelos?

—Sí, mi abuelo está en la sala —le dije apartando a Rosa. No era para nada tímida, se habría quedado pegada a él como una ventosa si no la hubiera quitado—. Y mi abuela...

Parcialmente Nublado / ¡Ganadora Wattys 2021!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora