Capítulo XXXVII

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Cuando creí que nada más podía sorprenderme de Nicholas Spencer la vida me demostró cuán equivocada podía llegar a estar. Nunca creí que un hombre frío como él estuviera jugando con aquellos niños con calidez.

Estábamos en una de las fundaciones de la familia Spencer a un par de horas de la mansión. Él se mostró emocionado de regresar a uno de sus lugares favoritos y convivir con aquellas personas a las que ayudaban.

Mi bebé me mantenía quieta, sentada con un tazón con algunas frutas y almendras mientras su papá sacaba carcajadas de algunos niños. Aquello me hacía sentir bien, verlo ahí, feliz, con esa sonrisa que me encantaba y la cual era mi favorita.

Él me observó, dejando caer sus ojos azules sobre mi vientre y sonriendo más.

Me puse de pie con cuidado y caminé hacia él, tomando una botella de agua en el proceso y una toalla para el sudor en su frente, el cual no me molestaba en lo absoluto. Los últimos días nos habíamos encargado de sudar juntos.

—¿Todo bien, Jess? —preguntó, besando mi barriga y acariciándola sobre el vestido amarillo que usaba.

—Hoy está muy inquieto—le respondí y algunos niños observaron mi barriga con curiosidad.

—¿Sí?

Asentí y sus labios hicieron contacto con mi mano.

—¿Tienes hambre?

—Comienzo a creer que disfrutas verme aumentar de peso.

Aquello lo hizo reír y acarició una de mis mejillas.

—Me encantas de cualquier modo, Jessica.

—El bebé está bien, no está hambriento, pero vaya que tengo sueño.

—¿Quieres ir a descansar?

Asentí, acariciando la cabeza de algunos niños y permitiendo que tocaran mi barriga. Él se puso de pie, disculpándose con los hombres por tener que retirarse y con una mano cálida me guio al interior del comedor.

—Lamento arruinar la diversión.

—No la arruinas, te he mantenido activa estos días y no hemos descansado—me respondió, besando mi frente.

Llevábamos cuatro días en Sudáfrica y cambiaríamos nuestro destino en dos más. Nicholas me había llevado a lugares hermosos. No era fotógrafa profesional, mucho menos él, pero estábamos disfrutando capturar momentos juntos.

Momentos donde Kira jugaba, donde él reía o donde yo sentía al pequeño ser por el que todo esto era posible.

—Creo que me dormiré en el camino—murmuré y él rio.

—Al menos Nate se asegurará de que su madre deje de ser ese remolino de energía que era meses atrás.

Entrecerré los ojos, acariciando mi barriga.

—No cantes victoria, Nicholas.

Las manos de mi esposo se fueron a mi cintura mientras sus labios besaban delicadamente mi mejilla. Su olor y calor me volvían loca, por lo que pasé mis manos por su cuello y con mis dedos acaricié su nuca.

—Me vuelves loco, Jess.

Gemí, cerrando los ojos y conteniendo el aliento.

—Nicholas...

—Te amo—repitió las palabras que me daban miedo pronunciar.

Sus labios cubrieron los míos, reclamándolos con la pasión que los había reclamado noches atrás. Sus manos me sostuvieron de la manera más delicada y mi barriga rozaba con su abdomen.

Winter love ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora