Capítulo LII

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No había manera para describir cómo me sentía. Tenía a mi hijo y el amor de mi vida a mi lado, mi pequeño era hermoso, perfecto y me tenía vuelta loca. No podía dejar de verlo y eso era lo que hacía en este momento, donde aprecié sus labios, su pequeña nariz y sus ojos cerrados. Unos cuantos días atrás por fin pudimos notar la tonalidad azul y su piel blanca dejó lo rosado de sus primeros días. Incluso vimos el cabello pequeño y claro, muy claro y delgado.

Sus mejillas eran aún más adorables con esa tonalidad rosa que adquirían cuando lo bañaba. Con casi un mes de nacido y me enamoraba cada día más de él, y también de su padre, quien cumplía años. No podía creer que hace un año éramos dos extraños inundados por tensión sexual y justo ahora éramos una familia.

Nicholas no estaba, había salido con Hunter por la mañana y según un mensaje llegaría en cualquier momento. El mundo de los ricos me sorprendía, Kate y Chris habían regresado ayer por la noche para pasar el cumpleaños de Nick con nosotros y en la noche volverían a su paraíso en algún lugar que no querían compartir.

Mi esposo no estaba emocionado por su cumpleaños y eso no me gustaba, consideraba que debíamos celebrar que estuviera aquí, al menos yo lo hacía y agradecía no tener que ir a una tumba a llorar en este día.

Mi hijo seguía dormido en su canasta mientras Kira jugaba con su entrenador en el jardín y yo me aseguraba de que la comida y el pastel estuviera en orden. Yo no era buena horneado y Chloé estaba ocupada, por lo que me aventuré a una pastelería que siempre quise probar y jamás tuve el presupuesto.

Incluso el regalo de Nicholas era como él, extravagante. Quería decir que lo pagué con mi dinero, pero no tenía mucho luego de invertir la mitad en él y la otra en el parto. Nicholas aún no sabía y estaba casi segura de lo que pasaría cuando se enterase.

—Siempre me gustó verte dormir también, Jess—dijo mi madre, besando la mano en puño de Nate. Él pareció sentir los labios de su abuela y abrió su manita mientras soltaba un suspiro.

—Parecemos psicópatas. —Ella rio y pasó una mano por la mejilla de Nathaniel.

—¿Ya fueron al pediatra?

—Mañana iremos. Insistí en que el doctor viniera, pero Nicholas tiene razón, tal vez sea necesario ir—dije y observé a las mujeres que me ayudaban con la limpieza llevar los arreglos y centros de mesa al comedor.

—¿La familia de Nicholas pronto llegará?

—Mis suegros sí, Kate se siente mal y Chloé está junto a ella. Dan y Chris están encargándose de su regalo, y Hunter llevó a Nicholas por un masaje, lo que me da tiempo de preparar esto—dije, tomando un trozo de sandía.

Me sentía mejor, no había salido desde que mi hijo nació y mi cuerpo se iba recuperando muy bien. Karen me dijo que en unas dos semanas más podría regresar al ejercicio con precaución y me emocionaba entrenar junto a Nicholas, aunque él se pondría gruñón.

Una pequeña barriga aún era visible en mi vientre y mi madre insistía en que había tardado nueve meses en cambiar mi cuerpo y que no esperara ser como antes en un mes.

—¿Y él sabe lo que estás haciendo, hija?

—Sabe que sería algo familiar entre él, nuestro hijo y yo, pero lo que no sabe es que su familia y amigos estarán aquí con él—le respondí y ella sonrió divertida.

—¿Es una fiesta sorpresa?

—Fiesta sorpresa es la de Kate, mamá. Chris lleva desde que inició el año preparándola junto a Chloé, esto solo es algo sencillo y especial—expliqué y el timbre sonó, anunciando la llegada del pastel—. Quiero que vea lo mucho que lo amamos y lo felices que estamos de que él haya vuelto, y será su primer cumpleaños con Nate.

Winter love ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora