Capítulo XXXIV

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Nicholas

—¿Qué haces aquí? —preguntó Jessica a mi lado.

Dejé de ver el mar en la penumbra para encontrarme con unos ojos azules curiosos paseándose por mi cuerpo. Su labio inferior estaba entre sus dientes y no pude evitar pasar una mano por su mejilla suave y sonrojada.

Jessica había sido una distracción placentera durante los meses más difíciles luego de Madison. Comencé el juego de seducción cuando creí que no podría llegar lejos con ella por seguir amando a Madison, pero muy tarde caí en cuenta que ya no la amaba y me había involucrado con Jessica de una forma que involucraba sentimientos. Fui grosero con ella y al final terminé a sus pies. Me molestaba eso, pero era lo que tenía y solo había dos opciones: enamorarnos o destruir todo aquel sentimiento que no nos llevara a nada.

Todo esto me recordaba a Madison y el sabor agridulce en la boca luego de leer aquella carta y saber que estaba feliz. Era egoísta porque quererla tener a mi lado feliz, pero luego llegó una periodista que no se quedó callada en ningún momento y poco a poco me atrapó. Antes de imaginarlo comenzaba a disfrutar sus compañía, hasta llegar al punto donde me gustaba tanto que me aterraba sentir algo más por ella y como siempre, terminé cumpliendo mis peores miedos.

Los brazos de Jessica rodearon mi cintura y pasé una mano por su espalda, acariciando su piel y besando su frente. Ella olía bien y se veía preciosa.

—Quería despejarme—admití.

—Esto te recuerda a ella, ¿no? —preguntó con decepción acompañando su tono. Su rostro se elevó para poder verme y reí, tocando su nariz respingada.

—No...

—No te creo—dijo, rompiendo el contacto visual.

—Pensaba en nosotros, Jess—traté de convencerla.

—Sé que intentas hacerme sentir bien, pero sé que esto es parte del espectáculo, no debes preocuparte. —Aquello me dejó sin palabras unos segundos.

Jessica era hermosa, era inteligente y amable. Era una bomba en la que se leía peligro en letras grandes desde el primer momento que la conocías. Sentir algo por ella no estuvo en mis planes, no quería ser vulnerable como antes. La estabilidad emocional para criar un hijo era lo fundamental y me di cuenta que su madre me la dio desde hace unos meses. Jess fue un peso en la balanza que la hizo estar en equilibrio, ella no se daba cuenta y a veces me frustraba, pero era lo mejor.

No quería lastimarla, no quería lastimarme y si ambos nos protegíamos, ambos ganaríamos, pero, ¿eso era lo mejor?

Deseaba a Jessica, la quería a mi lado y no solo por el bebé. Anhelaba su compañía, sus besos, sus caricias y ese parloteo que me gustaba escuchar al llegar del trabajo. Al cerrar los ojos soñaba con ella y al abrirlos la tenía a mi lado, sus ojos dejaron de ser algo que debía evitar para ser algo que debía admirar, junto a su rostro con pequeñas pecas en sus pómulos y nariz que las cubría con maquillaje. Su cuerpo dejó de ser un simple factor que desencadenaba lujuria y deseo para convertirse en un templo que me gustaba venerar y cuidar.

Podía imaginarme a su lado envejeciendo, arrugados y sin un vida sexual como la de dos jóvenes enamorados. Podía imaginarla hablando por horas y yo escuchándola en cada segundo, quería que eso fuera realidad.

No sabía si el amor tenía fecha de caducidad, pero si era así, quería estar con Jessica hasta que ninguno de los dos tuviera amor para darle al otro, y si era eterno, quería descubrirlo con ella.

—Pienso en ti, Jess—murmuré, tratando de que levantara el rostro y me viera.

—¿En lo graciosa que me veo embarazada y con un vestido que no es de novia?

Winter love ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora