Capítulo V

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Navidad y Año Nuevo pasaron corriendo. Sorprendentemente estábamos a mediados de enero, pasé las celebraciones importantes con mi familia y mi madre amenazó con visitarme en marzo. Me asustaba un poco la idea, pero insistió tanto que terminé cediendo. En marzo tendría más oportunidad de salir con ella, llevarla a divertirse y disfrutar un poco de tiempo libre.

Nicholas y yo mejoramos, aunque solo hablábamos de trabajo y me sorprendió cuando me dio uno de los regalos que compró para su secretaria y su asistente. Ronnie, un chico que parecía ser tímido, pero conocía a Nicholas a la perfección e iba un paso delante de él.

Nicholas dijo que el regalo era por su comportamiento y luego me echó de su oficina irritado cuando comencé a negarme. Comprobé más de una vez su falta de paciencia. No tenía ni un poco y no se molestaba en ocultarlo. Sus miradas, gestos y gruñidos eran todo lo que necesitaba para saber que le estaba picando sus partes sensibles.

Solía contestar lo necesario, si estaba de buenas me daba más información y si no, cuestionaba mis preguntas, haciéndome replantearlas hasta que él sintiera que se adaptaban a su respuesta.

Me explicaba cómo había aprendido desde que tenía diecisiete años la manera de dirigir, primero con áreas que su padre consideraba apropiadas para un joven y el proceso de preparación hasta el año pasado, en el que le cedieron el poder. Él dejaba en claro que no era un hombre iluso y sin sentido de responsabilidad. Sus palabras demostraban la responsabilidad en cada decisión que tomaba y lo duro que trabajaba para seguir siendo la potencia de telecomunicaciones del Reino Unido que eran.

Varias veces me sorprendí con la cantidad de estudios que tenía y deseé tener la misma suerte que él. Incluso mostró al hombre desinteresado y agradecido por haber nacido en las comodidades en las que vivía. Insistían en remarcar los valores y apoyar causas desde la posición de poder que tenía.

—Jessica, te estoy hablando—gruñó Nicholas.

Parpadeé un par de veces y asentí distraída.

—Lo lamento, estaba en otro lado.

—Lo pude notar. —Cerró su laptop y sin verme observó la hora en el reloj de su muñeca.

—¿Todo bien?

—Te pedí que me acompañaras a comer. —Sus ojos se despegaron del costoso reloj y encontraron los míos.

Mi respiración se atascó, mis manos temblaron y mis cejas se alzaron al procesar las palabras que me dijo.

—¿Qué? No. —Mi respuesta nos sorprendió a ambos y quise cavar mi tumba en ese instante.

Alcé una ceja de inmediato y su expresión irritada me dio mala espina. No iba a salir con él luego de su comportamiento, él podía tener a todas las mujeres que quisiera menos a mí.

—¿Por qué lo haría?

Él alzó una ceja y cerró los ojos.

—Porque no he comido nada desde las ocho de la mañana y son casi las seis de la tarde, agradecería que la sesión sea en un lugar donde pueda comer y si no, quedas libre. —Se puso de pie molesto, abotonó su saco y luego me vio con el ceño fruncido.

Esa era la señal para que me fuera. Pude conocer un poco de sus gestos gracias a mi examen diario que parecía más acoso que examen hacia él.

Me puse de pie con el calor en mi rostro y me cacheteé mentalmente por creer que me estaba ofreciendo una cita. Guardé mis cosas con rapidez y luego llevé mis ojos a los turquesas de él.

—Yo... ah... lo lamento—balbuceé.

—Está bien, por favor decídelo rápido, muero de hambre—se quejó.

Winter love ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora