Capítulo LI

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Nicholas

—¿Ya se despertó? —preguntó Jessica luego de pasar la avena que segundo antes estaba masticando.

Mis ojos viajaron al bebé en mis brazos. Nathaniel Jamie Spencer descansaba en mis brazos con una pequeña mueca en sus labios. Su piel roja cambiaría en unos meses y aún no abría completamente sus ojos, mientras que su cabello... no había rastro de él aún.

Era un niño grande, había pesado cuatro kilos con cincuenta gramos y su madre había sufrido al traerlo al mundo, y tras ocho horas en trabajo de parto, le dimos la bienvenida. Ella se abrazaba a mi cuello, ejerciendo una fuerza que jamás había sentido y una vez que su cabeza iba saliendo me soltó. Ella había sido fuerte, valiente y asombrosa.

Era abrumador despertar en un hospital y que mi mente fuera un caos en estos momentos. Mi cabeza seguía doliendo con frecuencia, pero en estos momentos olvidé lo que sentía al estar al lado de mi esposa. Nada calmó su dolor y en esos momentos quise cambiar de lugar para que ella no sufriera.

Le repetí lo bien que lo estaba haciendo y dejé que me abrazara mientras pujaba para que nuestro Nate saliera. Su madre estuvo junto a ella también, ambos tomamos su mano y fue fascinante cuando Jess bajó sus manos y junto a Karen sacó al pequeño poco a poco del agua, dejándolo acoplarse para que luego un llanto agudo llenara de lágrimas y sonrisas la sala.

—Sigue dormido, Jess—le respondí, acercando al bebé a mi cara para besar su pequeña mejilla.

—Esperemos que no sea muy llorón—dijo y con una sonrisa cansada en sus labios giró su cara hacia mí.

—Eres espectacular, Jessica—le dije, tratando de ponerme de pie con cuidado para acercarme a ella.

Me observó con cada paso que di y una vez que estuve a su lado me vio con cariño. Acaricié su mejilla con dulzura y me incliné para besar su frente, pero Jessica llevó sus manos a mis mejillas y me besó.

No podía decir que la extrañé porque no se sentía como un mes en coma, simplemente sentía como si hubiera despertado de una siesta, pero sentía la necesidad en los besos de Jessica y en las noches en las que lloraba abrazada a mí.

Le correspondí, era le menos que podía hacer luego de lo que me había dado. Al separarnos ambos vimos al bebé, quien se removía en mis brazos y un pequeño puchero aparecía en sus labios para luego estallar en un llanto agudo.

—Ahí está—dijo Jess riendo—. Creo que tiene hambre.

La vi comenzar a descubrirse mientras yo sostenía a Nate contra mi pecho, tratando de tranquilizarlo, y de inmediato le pasé al bebé una vez que estuvo lista.

—Nos esperan noches larga, Jessica. —Ella sostuvo con dulzura al bebé, pegando su nariz con su cara.

—Tranquilo, mi amor—le dijo y ni eso pareció tranquilizarlo un poco y me atrapó observándola con curiosidad—. No me digas nada, esto se siente muy raro... la sensación es extraña.

Una sonrisa apareció en mis labios cuando hizo una mueca, frunció el ceño y alzó una ceja al ver a Nate enfrentarse a la problemática de fijarse a su madre.

—¿Quieres que pida más comida?

—Ahí no es, bebé—respondió y Nate comenzó a molestarse—. Oh no, no te enojes conmigo, solo abre más la...

—Él no parece feliz.

—Él no está feliz... ¡bien hecho, hijo! —Jessica se veía orgullosa, viendo al bebé succionar en el lugar correcto y volteó con una expresión avergonzada—. ¿Qué dijiste?

Winter love ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora