Capítulo X

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Las cosas con Nicholas empeoraron. Mis últimas sesiones con él fueron tensas, él se mostró grosero y agradecí que los dos días posteriores me la pasara en mi oficina editando, conversando con el encargado de diseño y escuchando a mi jefe quejarse de la poca información personal que había en el artículo de más páginas que las que tuvo un miembro de la Realeza al que entrevistó uno de mis compañeros.

Hoy sería la fiesta para Nicholas y sería en un restaurante lujoso. Mi jefe se lució y me había dado la tarea de descubrir el vino favorito de Nicholas.

Vaya trabajo.

Me encontraba llamándole a Chloé, no tenía el número de Kate y supuse que ella sería de ayuda. Era cercana a Nicholas de igual forma.

—Hola, Chlo—la saludé en cuanto me contestó.

—Jess, hola, ¿cómo estás? —respondió emocionada.

—Bien, yo...

—Je boirai du café, merci—la escuché decir.

—¿Llamo en mal momento?

—No, Dan fue por tampones, olvidé algunos y estoy recibiendo nuestro desayuno—respondió riendo.

—¿No estás en Londres?

—Non, je suis à Paris.

Sonreí.

—¿Sabes cuál es el vino favorito de Nicholas? —le pregunté nerviosa y escuché la risa de Chloé—. Le haremos una fiesta de agradecimiento en el trabajo y queremos algo especial en agradecimiento.

—Dan me contó lo que pasó—comentó con tono pícaro.

—Yo también quiero saber lo que pasó entre tú y Dan—le respondí, imaginándome sus mejillas rojas.

—Prometo contártelo cuando vuelva. Ve a la dirección que te enviaré y el encargado tendrá unas cuantas botellas listas para ti, ¿bien? —Mi celular vibró y caminé hacia mi armario para tomar mis bolso y las llaves del auto—. Adora los quesos con algunas carnes rojas, incluso suele comer uvas y si tienes botellas de agua cerca de él mejor.

Tomé nota mental de lo que era mejor para él caminando y asegurándome que la cachorrita estuviera bien. Sus hermanos ya se habían ido y ahora solo éramos ella y yo, aunque Nicholas me había pedido que se la llevara.

Luego de una hora en una tienda de vinos por fin iba hacia el restaurante. Me había puesto una falda larga y amplia que llegaba debajo de mi rodilla, mis zapatillas de aguja que me torturaban y un suéter color perla.

En mis manos llevaba las botellas de vino y observé a lo lejos el auto de Nicholas. su seguridad estaba abajo y estaba segura que arriba habría más gente. Caminé nerviosa y ansiosa por verlo.

Era obvio que ambos deseábamos eses beso, pero él no ponía de su parte y yo tampoco me llenaba del valor necesario para besarlo.

Sacudí mi cabeza cuando entré al lugar y esperé a que mi cabello suelto creara una cortina natural entre él y yo, ya que él y mi jefe se encontraban conversando cerca de la barra.

Mis compañeros, ejecutivos del periódico y los demás reían y en un intento desesperado por pasar desapercibida, mi jefe sacudió la mano, indicándome que fuera.

Caminé sin verlo, aferrándome a las botellas y sintiendo un peso menos cuando vi que sí había carnes rojas y quesos en una mesa.

—El señor Spencer quedó satisfecho con tu trabajo, Jessica. —Sonreí con sus palabras y le pedí a un mesero que abriera una botella y le diera a Nicholas.

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