Capítulo XIII

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Embarazada.

Diez letras que producían un sinfín de emociones que podían variar según fuera la situación.

¿Qué sentía yo?

No lo sabía.

Rose me había insistido en ir al ginecólogo, pero me negué. Había decidido hacer una prueba sanguínea y ahí estaba el resultado positivo otra vez. No quería ver al bebé en un ultrasonido aún. No sabía si lo conservaría o interrumpiría mi embarazo, pero verlo me haría más difícil renunciar a él.

Pagué los análisis y salí con nervios del laboratorio. Había pasado tres días desde aquel momento en el que lo descubrí y me había aislado del mundo. Iba al trabajo con las náuseas, los mareos y el cansancio, el cual tenía explicación ahora.

No era estrés, era un bebé el que me estaba ocasionando ese caos en mi cuerpo.

Llegar a casa y acostarme era todo lo que me motivaba. Debía decidir qué hacer con ese embarazo antes de que las semanas avanzaran, no sería capaz de deshacerme de él si llegaba a las doce semanas, mi corazón se partiría y hacerme a la idea de ser madre soltera me dolía.

Mi madre se decepcionaría de mí, tendría que huir de James y la loca de su hermana, dejar mi trabajo y mentirle a mi hijo o hija que su padre murió, aunque su padre ni siquiera tendría idea de que él o ella existía.

Llegué a mi apartamento y con las manos temblorosas busqué el número de mi madre. La necesitaba.

—¿Jessica? —respondió luego de unos timbres.

Quise llorar al escuchar su voz.

Era una adulta, pero no me había preparado mentalmente para esto. No medí que un embarazo podía salir de ese encuentro pasional con Nicholas y no podía creer que algo estaba creciendo en mi interior.

—Mamá—respondí con la voz rota.

—Jessica, cariño, ¿estás llorando? —preguntó preocupada.

Mordí mis labios y suspiré.

—Yo...

—Hija, ¿estás bien? Dios, Jessica, voy para allá—la escuché decir con preocupación y con la respiración agitada porque empezó a correr.

—No, no, mamá, estoy bien—le respondí, sorbiendo mi nariz y dejándome caer en mi sofá—. Solo te extraño y quería escucharte.

—Jessica, nena, ¿pasó algo?

Vas a ser abuela, ma.

—Estoy bien, solo las hormonas, ya sabes—le respondí, liberando algunas lágrimas.

Ella rio y me aferré a un cojín.

—¿Qué pasa, Jess?

—Me siento triste, es todo—murmuré.

—¿Quieres que vaya a Londres, nena?

—No, iré en mi cumpleaños.

Estábamos en abril y la cuenta regresiva para mi cumpleaños estaba comenzando.

—Te mandaré a hacer tu pastel favorito y cocinaré pastel de ternera. Le pediré a tu tía que haga su pay de manzana...

Sonreí al escucharla planear mi reunión de cumpleaños. Mi familia estaría ahí y aunque originalmente había planeado irme de fiesta con Rose, pero no tenía ánimos de hacer nada.

Duramos al menos media hora al teléfono, yo la escuchaba y en ocasiones insistía en sacarme el problema que me consumía, pero era mejor no decirle nada y terminé mintiéndole sobre el trabajo. Ella sospechó que era un hombre el que me mantenía así y también le mentí, diciéndole que había salido con alguien, pero no había funcionado.

Winter love ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora