Capítulo XVI

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Caminé nerviosa hacia el interior de mi apartamento con Nicholas atrás de mí. no podía creer que lo hubiera besado después de lo que ha pasado en los últimos días, no me pude contener y disfruté el beso lleno de dulzura que experimentamos. Aún podía sentir su mano insegura en mi cadera y mis manos en sus mejillas, mis labios sobre los de él y la manera en la que me respondió. Pero ahora, él seguía con una expresión sería y mi bebé era acompañado por las mariposas en mi estómago.

Quería sonreír con la idea del pequeño cumulo de células sin forma rodeado de mariposas. No me desharía de él luego de ver un punto acelerado latiendo en la pantalla, quería escucharlo y comenzar a ver el proceso de formación que tendría.

Dejé mis cosas en el armario y tomé el saco de Nicholas cuando me lo dio. Él sonrió de manera amable y metió sus manos a los bolsillos de su pantalón.

Se veía peculiarmente guapo en su traje y las hormonas me estaban volviendo loca, fue imposible no devorarlo en el momento en el que lo vi afuera de mi trabajo.

Me sentía abrumada por su reacción y algo me gritaba que esto no sería todo de rosa y que el hombre frente a mí me haría pasar un mal rato en cualquier momento que me explicara lo que le dijo a la doctora.

—¿Qui... quieres algo, Nicholas? —pregunté con dificultad.

Me giré para verlo y lo encontré viendo de nuevo mi librero. Sus ojos analizaban con detenimiento los libros ahí y sus labios estaban unidos en una línea. Mi librero era grande y tenía más libros que amigos. Perdí la cuenta y había más de ellos en la casa de mi madre. Estaba ahorrando para pagarme un librero donde estuvieran todos y me sobrara espacio para meter más, peor justo ahora cada centavo iría para un pequeño ser humano que llegaría en siete meses y medio.

—¿Sigues juzgándome? —le pregunté, acercándome a él y quitándome los tacones en cuanto estuve a su lado.

Sin pensarlo mucho me sujeté de su brazo y lo sentí tensarse, lo que me hizo liberar mis pies rápidamente y verlo nerviosa.

—Tal vez.

Mordí mi labio y lo observé.

Su perfil era simétrico, sus ojos examinaban cada título y su boca estaba cerrada en una línea fina. Su cabello rubio oscuro estaba peinado de una manera que me hacía desea enterrar mis dedos en esa melena como en aquella noche donde por fin pude tener mis manos en su cuerpo. Estaba perfectamente rasurado y su garganta dejaba ver la manzana de Adán que subía y bajaba cada vez que pasaba saliva.

Es tan guapo...

—Soy ordinaria, Nicholas. No hay nada interesante en mí—murmuré, sintiendo mis mejillas arder.

Fui una niña tranquila, una adolescente que se rebeló y trabajé en un bar a los diecisiete. Fue asqueroso tener que usar esas blusas con escotes no apropiados para menores de edad y esas faldas. Más de una vez intentaron tocarme, pero estar detrás de la barra de aquel bar aguantando insultos, miradas lascivas y obscenidades me había ayudado a pagar una parte de mi apartamento, la universidad y comida.

No era la gran cosa y todo mi dinero se iba en el pago del apartamento y gracias a las becas, podía alimentarme en el comedor escolar y no pagar tanto en la matricula, libros y más gastos escolares.

No solo trabajé en un bar, en el día conseguí diversos trabajos que me explotaron, pero ahora estaba bien. Eran tiempos que no me gustaba recordar, aunque fueron base para lo que soy ahora.

—Todos somos ordinarios—habló sin verme luego de unos segundos—. Sin el dinero que tengo sigo siendo una persona como tú. Soy solo Nicholas, tú eres solo Jessica y así sucesivamente. Todos tenemos algo interesante que contar...

Winter love ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora