Capítulo XLVI

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—Ahí está su cara—nos informó el doctor.

Mi pequeño hijo tenía su mano en su mejilla, haciéndolo ver adorable y una pequeña mueca me hizo reír entre lágrimas. Nicholas sonreía con orgullo, besando mi mano y viendo atento cada movimiento del bebé o del doctor.

—Karen tiene razón, es un bebé sano.

—Parece que está sonriendo—murmuré y Nicholas asintió.

—Es perfecto.

Acaricié la cabeza de Nicholas y ambos seguimos atentos a cada parte del cuerpo que el doctor nos mostraba. Estaba ansiosa por ver al pequeño que se estaba robando nuestros corazones y una vez que salimos del consultorio del doctor nos dirigimos al auto tomados de la mano.

La prensa seguía detrás de nosotros. Las preguntas sobre el bebé, mi origen o Madison nos asechaban. Nicholas respondía con elegancia y frialdad, mientras que yo me limitaba a esconderme atrás de él o responder sí o no a aquello que parecía inofensivo.

—Debo aumentar la seguridad, el acoso es mayor y una vez que el bebé nazca serpa peor.

—Me comparan con Madison en mi cara.

—Se burlaban de lo que ella me hizo, Jess. Sé que no son amables.

—No me importa mucho, confío en ti.

Sus ojos azules buscaron la verdad en los míos y aunque tenía mis dudas, quería hacer esto funcionar por una última vez.

—¿Sabes lo mucho que te amo? —pregunté y sonreí nerviosa.

—Creo que sí.

Sus manos atraparon mis mejillas y mordí mi labio mientras él besaba mi nariz.

—No te he demostrado lo suficiente, Jess. No hemos celebrado los meses que llevamos casados o cosas cursis.

—Está bien, no importa. —Me encogí de hombros.

—No, no está bien. A ti te gusta eso y a mí me gusta verte feliz, entonces lo haremos.

—Nicholas...

—No aceptaré un no por respuesta.

Rodé los ojos y él encendió la camioneta.

No dijimos nada y condujo en dirección de nuestro hogar, pasando por el centro de la ciudad y contándome anécdotas de sus aventuras cuando era joven.

A pesar de que considero mi adolescencia triste, tenía algunos recuerdos buenos que compartí con él me encontré sorprendida al saber que vendió el auto de lujo que había comprado luego de lo de Madison.

—¿Lo vendiste?

—Sí.

—¿Y qué le hiciste al dinero?

—Lo doné, Jess. Al menos alguien se tiene que beneficiar y no quiero nada que me recuerde a ella. Luego compramos otro, lo pediremos como nos guste.

Alcé las cejas y él me guiñó un ojo.

—¿Qué haremos en Navidad, Nicholas?

—No lo sé, podemos pasarla con tu madre y Connor si eso deseas.

Las festividades dejaron de ser mis épocas favoritas luego de pasar cinco navidades consecutivas sola. Tenía quince y aún me traía un sabor amargo ese recuerdo a la boca.

—No sé si el bebé esté con nosotros en ese punto o llegue después, pero me gustaría estar aquí, contigo.

—¿Quieres que solo seamos tú y yo?

Winter love ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora