Capítulo XV

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Nicholas

El sonido del reloj era relajante cuando un ambiente de estrés me envolvía. Podía parecer ajeno a los problemas, sentado en una oficina en lo más alto del edificio Spencer con una vista a la ciudad completa y muchos empleados que hicieran mi trabajo, pero no era así. Me involucraba más de lo que me gustaba en el bienestar de la empresa y últimamente era la única cosa que me mantenía de buen humor.

Las personas normalmente decían que era arrogante, frío, calculador e insensible. Me describían como un hombre sin corazón y tal vez lo era, pero algún día me permití sentir y el único con el corazón herido fui yo.

No me había permitido ver a una mujer de nuevo, al menos hasta que el fantasma de Madison se fuera de mi mente y de mi corazón, pero tropecé de nuevo.

¿La amé? Podía decirse, disfrutaba de su compañía y la quería. Planeaba pasar el resto de mi vida con ella. No creía que hubiera alguien más dispuesta a aguantar el ritmo de mi vida y las prioridades que había en ella. Se fue y me dejó destrozado, luego llegó una persona que parecía limpiar ese caos que era mi corazón. Me sentía deshecho por una mujer rubia que se llevó todo con ella, o al menos eso creí hasta que conocí a Jessica.

Ella parecía ajena al drama. Me dejaba en claro lo mucho que aborrecía el entorno en el que nací y lo importante que era para ella mantenerse en el anonimato.

Disfrutaba verla sonrojarse, arreglarse los mechones de cabello castaño oscuro que le molestaban en su rostro y cuando se enojaba sus orejas adquirían un agradable color carmesí. Era divertido hacerla enojar y no me di cuenta que eso me gustaba hasta que esperaba ansioso por su llegada.

Disfrutaba verla en general. Escucharla era la mejor parte, aunque me empeñaba en que solo fueran preguntas las que salieran de su boca.

No estaba enamorado de ella. No sentía el cariño que sentí por Madison y no creía volver a sentirlo por alguien, pero sí disfrutaba de su compañía.

Compartir una noche con ella fue todo lo que necesitaba para aventurarme al mundo de las citas, en el cual había fracasado por mérito propio porque ninguna llenaba mis expectativas y Jessica era todo lo contrario a lo que buscaba, lo que me hizo entender que ese tipo de conexiones no se busca, solo se encuentra.

Quise invitarla a salir, llevar las cosas con calma, aunque era ilógico tomando en cuenta aquella noche en la que me perdí en ella y con ella.

Al despertar, un sabor agridulce se quedó en mi boca. La mujer de cabello oscuro que me estaba volviendo loco no estaba a mi lado y recordaba haber dormido con ella, tenerla entre mis brazos y disfrutarla durante toda la noche. No había sido el alcohol, puesto que yo no perdía el control. Todo había sido real.

Ella se había ido, llevándose ese rostro que me gustaba apreciar con esa nariz delgada, respingona y fina, sus labios rosados y llenos de una manera proporcional, sus mejillas suaves y esos hoyuelos que se formaban cada que sonreía o se reía. Incluso su cuerpo era una pieza que disfrutaba apreciar. No era como Madison, quien prefería mantener un cuerpo atlético. Jessica tenía curvas, sus caderas anchas llamaban mi atención y ese trasero que sin importar qué tan simple fuera su vestuario, siempre se veía bien.

Ella se había ido, llevándose de nuevo las esperanzas de salir con alguien.

—Señor Spencer. —La voz de Ronie, mi asistente me hizo alzar una ceja y girarme en mi silla giratoria para encararlo—. La junta se canceló, tiene dos horas libres y la señorita Samara lo llamó.

Samara, una pelirroja que intentaba captar mi atención de muchas formas y con la cual me involucré una noche que bastó para generar un caos y escándalo que me tenía con un dolor de cabeza en estos momentos.

Winter love ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora