Capítulo 1

1.7K 189 60
                                    

Narra Gulf.

El sonido del despertador taladraba mis oídos y no tuve más remedio que despertar para soportar otro día en este mundo de mierda. Es lunes por la mañana, lo cual significa tener que ir al instituto y aguantar horas de aburrimiento alado de los idiotas que tengo como compañeros. Tengo algunos amigos, si se les puede considerar así, pero son de diferentes especialidades, así que en mi salón me siento como un pez fuera del agua.

Salí del cuarto con dirección a la pequeña cocina que tengo en el departamento. Mi apetito a estas horas siempre es nulo, así que me dispuse a tomar solo un vaso de leche. El uniforme está en el armario esperando a que lo portara después de salir de la ducha. Habían pasado alrededor de veinte minutos y me encuentro haciendo el nudo de la corbata frente al espejo.

Maldito uniforme.

Mis ojos aún se cierran. Los parpados los siento pesados. Despertar temprano nunca es y nunca será lo mío. Semana acábate ya. Tomé la mochila junto con mi teléfono para salir del pequeño cuarto. Busqué las llaves y mi cartera, apagué todas las luces y cerré la puerta principal.

Llamé al elevador y uno de mis vecinos de piso me saludó.

—Buenos días, vecino.

Ignoré por completo sus palabras y entré al ascensor tan rápido como las puertas abrieron. De reojo pude ver la mala cara que me dedicó. Odio socializar con las personas, cuando lo hago es porque me inspiran confianza, o porque me intrigan demasiado.

Imbécil, pensé.

Presioné el botón del primer piso, no tomó más de cinco minutos llegar al lobby del edificio. Había una persona en la recepción que me dio una cálida sonrisa a la cual respondí:

—No me extrañes, Sam —fue lo único que mi boca pudo argumentar antes de seguir caminando con mi cara de pocos amigos.

El aire fresco me golpeó la cara y eso ayudó a mantenerme despierto durante el camino a la universidad. Regresé a Tailandia hace poco, así que me cuesta acostumbrarme al horario y sus calles, pero prefiero mil veces esto que seguir en ese lugar tan sombrío dónde recibía clases particulares de mi carrera.

Saqué mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y me puse los audífonos. Volumen al cien y una buena canción era suficiente para mí. Olvidé todo y no presté atención a mi alrededor, al cabo que sabía este camino de memoria, lo he estado recorriendo por casi un mes desde que inició el semestre. Nada podría sorprenderme.

Crucé la calle para entrar al instituto, pero el ruido de un claxon me sorprendió.

—Fíjate, idiota —grité mientras me retiraba los audífonos para guardarlos en la mochila.

—Deberías ver por dónde caminas —me respondió una voz que en mi vida había escuchado, y probablemente nunca volveré a escuchar en lo que me reste de vida. Así que seguí mi camino como si nada hubiese pasado.

Ingresé al aula y busqué el asiento más lejano que encontré. Un día más en mi patética vida de estudiante. La misma rutina de siempre es tan aburrida, ojalá pasara algo interesante.

—Buenos días, jóvenes —se escuchó resonar. El señor Pawat, el rector, entró con alguien más detrás de él. Un cabello castaño y bien peinado se asomó por la puerta. Era un hombre vestido con una camisa blanca abotonada casi hasta el cuello, un botón revela una pequeña parte de su cuerpo que, a simple vista, no se ve nada mal. Un pantalón negro que hace juego con los zapatos relucientes que lleva puestos.

Tan pulcro que parecía ser alguien serio, hasta que noté el arete que llevaba en su oreja izquierda que le hacía ver aún más interesante. Pero algo en él llamó aún más mi atención; su cara. Me parecía tan familiar y ahí fue cuando lo recordé.

—Les presento a su nuevo maestro —dijo el señor Pawat haciéndole una seña al hombre que se encontraba a su lado para que se presentara ante la clase.

—Buenos días, mi nombre es Mew, Mew Suppasit. —El tipo que casi me atropella hace unos minutos. Es él. Y es mi nuevo profesor. Maldita sea, cuando pedí que pasara algo interesante no me refería a esto. Me hundí tanto en mis pensamientos que no noté que él también me estaba viendo hasta que volvió a hablar. —Este año será interesante. —dijo con una sonrisa torcida sin quitarme los ojos de encima.

Mierda. Fue lo único que pensé antes de apartar la mirada.

Narra Mew.

Mi vida por fin ha retomado el camino. Después de tantos altibajos como si fuera montaña rusa, puedo seguir con tranquilidad. Desde hace cinco años que lo dejé de ver todo se volvió un desastre. Intenté llenar ese vacío con lo que fuera, incluso creí que me había enamorado y eso mejoraría las cosas, pero casi pierdo a mi padre y me pierdo a mí mismo por querer seguir viviendo así.

Es mi primer día impartiendo clases en una de las universidades más prestigiosas del país, nada puede salir mal. El camino desde mi departamento es relativamente corto así que no tengo que apresurarme demasiado. Odio llegar tarde, sin importar que sea, el retraso no es una opción. No existe en mi diccionario.

Puedo ver el portón cerca, así que me concentro en la entrada, pero de reojo vi la silueta de una persona cruzando la calle. Un joven pelinegro vistiendo el uniforme de la institución pasaba por la calle sin prestar atención al vehículo en movimiento, frené lo más rápido que pude y soné el claxon para llamar la atención.

Me gané un par de maldiciones como bienvenida, pero no tiene caso pelear a esta hora. Olvido el incidente y me dirijo hacia la dirección, un pequeño lugar lleno de libros, títulos y demás cosas que adornan la habitación. Detrás de un escritorio de madera con un traje negro se encuentra el señor Pawat.

—Bienvenido, maestro.

[...]

—Este año será interesante. —dije ante la clase que se me fue asignada.

En un asiento lejos de mi lugar se encuentra aquel joven que casi atropello esta mañana. No me quita la mirada de encima, hasta pareciera que vio un fantasma. Antes no lo había visto con claridad, pero ahora que puedo ver mejor su rostro me quedo observándolo detenidamente.

Sus facciones.

El cabello.

Los ojos.

Es imposible. No hay forma. Deben ser alucinaciones mías. Debo estar volviéndome loco por su partida que ahora siento que está aquí. Pero nadie lo igualaría, nadie me haría sentir esa sensación en el pecho otra vez, ni siquiera ella lo hizo. Entonces ¿Es él?


Muchas gracias a las personas que están apoyando la historia a pesar de que solo lleva el prefacio publicado y ahora este capítulo. Siempre ha sido uno de mis sueños escribir un libro y que a la gente le guste así que solo les puedo repetir lo mismo, muchas gracias 🥺💗.
Aún no sé qué día serán las actualizaciones, muy probablemente los fines de semana a partir del siguiente capítulo. Si tienen alguna sugerencia o comentario lo pueden hacer con toda la confianza. Los amo.

DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora