Capítulo 32

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Maratón 2/?

Narra Gulf.

Bajamos de la camioneta, se escuchaban algunas risas dentro de la casa, al parecer Mew ya estaba ahí. Lili tocó el timbre y la señora Day nos abrió la puerta. Todos estaban sentados en los sillones de la sala, Lili entró y empezó a saludar a todos con su característico beso en la mejilla mientras los abrazaba fuertemente que hasta parece que los rompería. No hay indicios de que sepan algo, bien.

Saludé a todos dejando a Mew hasta el final. Le entregué la maleta con su ropa y él besó ligeramente mis labios mientras formaba una sonrisa torcida. Se levantó de su asiento, tomó mi mano y me arrastró hasta su habitación.

—Mi novio y yo tenemos cosas que hablar. —anunció mientras sentía mi cara sonrojarse y arder.

—No tarden mucho, la cena está casi lista. —le respondió Jom y todos se rieron.

Nos adentramos en la habitación, las luces estaban prendidas y Mew me abrazó con fuerza apenas cerró la puerta. Su agarre era firme, pero había algo en el que lo hacía flaquear y al mismo tiempo me ponía aún más nervioso a mí. Correspondí su abrazo y recargué mi barbilla en su hombro, sentí su respiración chocar en mi cuello provocándome cosquilleo.

—¿Estás bien? —pregunté. Mierda, ¿Qué pregunta es esa? Le estoy preguntando si está bien cuando ni siquiera yo lo estoy.

—Si, sólo que te he extrañado mucho hoy.

—También te he extrañado.

—¿Ya te dije que te ves hermoso?

—No, no me lo has dicho.

—Te ves hermoso, precioso, divino. Haces que mi corazón se acelere.

—Te amo.

—Te amo más.

—Vístete rápido, nos están esperando.

—Lo que mi lindo novio diga.

—Idiota.

Me acosté en su cama y empecé a ver mi celular, necesitaba matar el tiempo en algo, distraerme en lo que sea para decirles lo que está pasado, pero por alguna razón tengo un mal presentimiento. No había nada interesante en mi móvil así que lo guardé. Mew estaba desabrochando su camisa y mi mirada le prestó atención a cada uno de sus movimientos. Cuando quitó el ultimo botón sus manos arrastraron hacia atrás la camisa dejando ver su espectacular espalda que aún tiene algunas marcas de mis dedos de cuando estamos haciendo el amor.

Sacó la camisa negra y me miró con duda.

—¿Qué? Tenía la oportunidad de elegir tu ropa, obviamente tenía que verte con mi camisa favorita.

—Lo sé, pero te gusta más verme sin ropa.

—Pervertido.

Después de unos minutos se terminó de vestir y roció un poco de su perfume por su cuerpo. Guardó las cosas y colocó la maleta en la cama, se acercó a mí y me tomó por sorpresa. Se aferró a mi cintura, me levantó para después cargarme.

—¿Qué haces? —dije casi sin poder controlar mi risa.

—Nada, sólo que quiero estar cerca de ti.

—Hoy estás raro. Pero me gusta ser mimado. —esto solo hace que me sienta mejor, y lo agradezco.

—Seré feliz de complacerte.

Tomé una bocanada de aire, por fin me decidí a decirle lo del periódico y sobre la llamada de mi padre, no soporto tener secretos con él, sería como traicionar su confianza.

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