Capítulo 19

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Narra Gulf.

La fricción ocasionada por el roce de nuestros labios es lo único que puede escucharse en la habitación. Su boca ha estado devorando la mía por mucho tiempo, nunca me cansaré de esto. Por alguna extraña razón, un instinto salvaje se apodera de mí y mis dientes muerden sus labios. Escuché su quejido y solo pude reír.

-¿Está bien, señor Suppasit?

-Anda muy travieso hoy, joven Kanawut.

-Usted lo ha provocado.

-Yo no he hecho nada -dijo sonriendo con sorna.

-Los ojos con los que me ve, no son tan inocentes como parecen.

-Rayos, me has atrapado.

Es en estos momentos es cuando me doy cuenta que poco a poco mis miedos e inseguridades se van por el caño, cuando siento que puedo comerme al mundo de un bocado. Todas esas veces que intenté suicidarme pasan por mi mente en cada oportunidad que tienen y, sólo puedo arrepentirme y al mismo tiempo agradecer porque ninguna tuvo éxito, de haber sido así, probablemente me estuviese retorciendo en mi tumba.

Aquella vida miserable que tuve por años, aquella vida que odiaba con todas mis fuerzas, llena de decepciones, traiciones y soledad, dolor y lágrimas eran lo único que conocía, pero cuando él llegó, todo cobró sentido. Él es el aire que respiro, la sangre que corre por mis venas, él es mi vida.

Mew, te convertiste en lo que juré destruir.

Mi vida.

[...]

Estoy en la habitación de Mew, mis heridas han sido curadas y tomé una ducha, una toalla es lo único que envuelve mi cuerpo, no tengo ropa limpia, así que Mew se ofreció a traerme algunas prendas de mi departamento. Mis manos sudan y siento que el corazón está a punto de salir de mi pecho, los nervios me quieren comer vivo. Nunca había sido presentado ante los padres de mi pareja, porque nunca tuve una. Alguien llama a la puerta y entra a la recámara, ahí estaba él, tan glorioso con su porte elegante. Traía una pequeña mochila en sus manos y me la extendió.

-Vístete, te estaré esperando afuera.

-Bien, gracias por traer mis cosas.

-Tenía que hacerlo, si te ponías mi ropa no hubiese quitado mis ojos de ti.

-¡Mew!

-Está bien, ya me calmo -dijo riendo.

Caminó y salió de la habitación. Me volví a quedar solo y me puse una camisa con unos pantalones de mezclilla, coloqué de nuevo mis tenis y arreglé un poco mi cabello, en una pequeña mesita vi un perfume y me puse un poco, ahora olía a él. Todo mi cuerpo estaría impregnado de su aroma, como lo ha estado en los últimos días. Me reflejé en el espejo y una figura apareció atrás de mí, me envolvió con sus manos y me pegó a su cuerpo.

-Te ves tan bien.

-Lo sé.

Acercó su rostro a mi cuello y olfateó su dulce aroma.

-Hueles a mí.

-Lo sé.

-Eres mío.

-Tú también eres mío.

-Lo sé.

Acarició mi vientre y mi estómago le respondió.

-¿Tienes hambre?

-Un poco.

-Vamos, mis padres nos están esperando.

-No estoy listo aún.

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