Capítulo 38

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Narrador omnisciente.

-¿Contento? -expresó con amargura el castaño.

-Haz hecho lo correcto.

El interior de Mew no lloraba de dolor por los golpes que ha recibió desde hace días. Su alma lloraba desconsolada por haberle gritado a Gulf. Sabía que eso le dolería al joven, pero también lo destrozaría a él.

-Jefe, ¿qué hacemos con él?

-Déjenlo descansar por un tiempo. Hoy estoy de buen humor.

Dicho eso, su figura desapareció en la oscuridad de la habitación.

[...]

Ya estando en su auto, sacó su teléfono y mandó un mensaje a su hijo.

"Mismo restaurante donde la conociste; ella te está esperando."

Luego de eso, marcó el número de su salvación.

-Querida Pam, mi hijo quiere verte.

-¡¿Enserio?!

Era un secreto a voces el hecho de que a la señorita Nikhan le gustara el primogénito de los Traipipattanapong desde hace mucho tiempo. Era la persona perfecta para sacarlo de la ruina.

-Si, ve al restaurante donde nos encontramos la última vez.

-Enseguida voy.

La llamada finalizó y Somchai, confiado, se fue tranquilamente a su mansión. Lo que él no sospechaba es que Pam sería una de las que cavaría su tumba. La adorable señorita podría estar cautivada por la belleza del joven Kanawut, pero su dignidad como mujer no se perdería ni sería usada como un peón.

[...]

En ese restaurante tan elegante, en una de las mesas con vista a la ciudad una jovencita vestida con elegancia y porte esperaba sentada tranquilamente. Su vestido en color crema resaltaba entre las demás personas y las zapatillas a juego le daban un toque casi celestial.

En la recepción un hombre anunciaba su llegada. Gulf caminaba con paso seguro y vestía formalmente sin llegar ser tan extravagante. Los sonidos que provocaban las suelas de sus zapatos resonaban por todo el lugar. A lo lejos divisó a la joven que aguardaba su llegada.

-Perdón por la demora.

-¿Mucho tráfico?

-En realidad no quería llegar, pero diré que sí.

-No tienes que estar aquí si no quieres.

-Como si tuviera opción.

-Tienes razón, ambos somos peones.

-¿Entonces qué haces aquí? No pareces de las que se dejan manipular.

-Desgraciadamente me gustas tanto como para dejarme mandar.

-Pierdes tu tiempo. Sin importar qué es lo que quieran hacer con esta estúpida relación, nunca funcionará.

-No me subestimes. -respondió coqueta mientras acariciaba la mano del joven frente a ella.

-Es inútil, Pam.

-¿Vas a negar que mis caricias no te provocan nada?

-Ni siquiera eres mi tipo.

-Soy hermosa, millonaria, libre y alegre, ¿Qué me hace falta para ser tu tipo?

-Necesitarías volver a nacer.

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