Capítulo Final

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Narra Gulf.

—Gracias por todo, Pam.

Después de una semana fingiendo una relación inexistente por fin mis sacrificios han dado frutos. Me encuentro en la casa de los Jongcheveevat, Bright está afuera hablando con los policías. Jom está dándoles la noticia a sus padres, si todo sale bien; hoy recuperaremos a Mew.

—Todo está listo —Bright regresó a la sala —los escuadrones han investigado el área y la dirección que nos diste coincide con la última señal recibida.

—Bien, tenemos que apresurarnos.

El día estaba iniciado, alrededor de las diez de la mañana aproximadamente. Lili está en la librería recibiendo un pedido importante, así que Bright vino mientras tanto.

—Usted no puede ir —el comandante de la policía habló — ñes demasiado riesgoso.

—Tengo que ir. Es mi novio el que está secuestrado.

—No podemos arriesgarnos a que algo le pase si se complican las cosas.

—No estoy preguntando si es seguro, estoy afirmando que iré. Con o sin su aprobación.

—Ni siquiera intente detenerlo, no cambiará de opinión.

La voz de Lili se hizo presente y con ella venía mi madre.

—Hijo, deja que los oficiales se encarguen.

—No, mamá. No puedo quedarme más tiempo sin hacer nada. Necesito verlo cuando antes.

—Bien, bien, haremos un trato —el superior del escuadrón habló —tenemos unidades de rescate y fuerza yendo hacia el lugar para verificar que tan seguro es. Si nos dicen que no es tan riesgoso para un civil podrá ir, siempre y cuando utilice chaleco antibalas y se mantenga cerca de algún elemento ¿entendido?

—Entendido.

[...]

Narrador omnisciente.

En aquella bodega abandonada el sol estaba iluminando su camino. El hombre que siempre estaba atado permanecía en el mismo lugar, pero esta vez su cuerpo no escurría sangre. Los moretones seguían siendo grandes y visibles, su ropa estaba sucia, pero al menos seguía vivo.

Haciéndole compañía se encontraban Podd y Khoi que, aunque ya habían delatado a Somchai, seguían ahí por órdenes de Senkha. Ante la ley pasarían de ser cómplices a brindar información valiosa para el caso, así que se les recompensaría de alguna forma. No importaba el costo, de todos modos, si seguían así terminarían muertos. Somchai no dejaría testigos. No esta vez.

—Buenos días, mariposita —el magnate y falso millonario ingresó a la bodega con una botella de champagne fría y un par de copas. —vengo a brindar contigo para celebrar la boda de mi amado hijo. —extendió una grabación en su teléfono celular en donde él confirmaba el compromiso de la joven pareja. —En unos minutos empezará una rueda de prensa en la que ambos estarán presentes —una risa escandalosa resonó por todo el lugar, pero nadie respondió —¿no estás feliz? Pronto serás libre.

—¿En el cielo o en el infierno?

—En donde vayan los maricones como tú.

—Tal vez en el mismo lugar donde terminan las escorias humanas como usted.

—Di todo lo que quieras, no arruinarás mi día. —tomó una de las copas y se sirvió del líquido espumoso —Podd, Khoi, váyanse de aquí.

Como perros con su dueño, los anteriormente nombrados abandonaron el lugar y huyeron de ahí perdiéndose en la espesura del bosque con destino a su nuevo hogar.

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