Capítulo 13

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Narra Gulf.

—Mew...

—¿Sí?

—No me tientes.

—No estoy haciendo nada, Gulf.

—Estás demasiado cerca...y tu sonrisa me pone mal.

—Mírame a los ojos.

—No quiero, tus labios son más bonitos.

—Gulf...deja de ver mis labios como comida.

—Es tu culpa, no me has alimentado.

—Tienes razón —levantó la bolsa que tenía en su mano y la puso enfrente de mi rostro —comamos —finalizó.

Dicho eso, se dio la vuelta y se sentó en la mesa de roble que compró mi padre. Le dio un sorbo a su taza de café y me miro con unos ojos que me decían todo sin decir nada.

Gracias.

Gracias Mew, por haber llegado a mi vida y darle la luz que necesitaba. Eres un sol, y quiero que seas mi sol. Me senté a su lado y empezamos a comer, el pollo estaba delicioso. O tal vez tengo demasiada hambre, muy probablemente sea eso. Quería agarrar una pierna de pollo, pero PMew la tomó antes que yo.

—Mew...Mew...Mew...—una y otra vez le hablé, pero solo me ignoraba. —Mew, toma otra pieza por favor. Mew...—Nada funcionaba, es hora de utilizar mi arma secreta, esta nunca falla. Hice un puchero y puse los ojos más tristes que podía. Esto tenía que funcionar de seguro, tiene que funcionar —Mew ¿me das esa pieza? —Se volteó a verme y...bingo.

—Pareces un gatito. Te ves tan tierno.

—¿Me das la pieza de pollo?

—No, es mía.

—¡Mew! —me crucé de brazos haciendo el mismo puchero que hace unos momentos. Genial, mi plan no funcionó.

Narra Mew

Su cara haciendo un puchero es lo único que necesito para ser feliz. Se van tierno que quisiera darle todo lo que me pidiera, pero tengo una idea mejor.

—Gulf. —se giró y me dio la espalda aun con los brazos cruzados, está indignado. —Gulf, voltea a verme.

—No.

—Gulf.

—No.

—Gulf Kanawut Traipipattanapong.

Se giró y me vio a la cara.

—¿Qué quiere? Señor Suppasit.

—Ver tu linda cara.

—Sólo come y deja de decir estupideces.

Sabía que no estaba molesto, solo indignado porque no caí en su juego. Era hora que sacar mi as bajo la manga. Formé en mis labios esa sonrisa burlona que tanto le encanta.

—¿Estás enojado?

—Si.

—¿Seguro? —volví a sonreír.

—Si...

—Que pena.

—Juega muy sucio, Señor Suppasit.

—¿Yo?, no he hecho nada, jovencito Kanawut.

—Sabes muy bien lo que esa sonrisa provoca en mí.

—Oh, eso. Es lo mismo que tu puchero de hace unos segundos provoca en mí.

—Idiota.

—Seré un idiota, pero quiero ser tu idiota. —noté como sus orejas se pusieron rojas y su expresión se volvió tímida, bajó el rostro para ocultarse, pero yo ya lo había notado. —Ten, tú ganas —dije mientras entendía la pieza de pollo frente a él.

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