Narra Mew.
Mi cama se siente tan cómoda que no quiero pararme de ella a pesar que mi teléfono lleva tiempo sonando. Maldecí en mi interior al que estuviera llamando a estas horas, sin importar quién seas, más te vale que valga la pena el tener que caminar hasta el sofá. Unos cuantos pasos y ya tengo en mis manos el aparato ruidoso culpable de que aún no esté durmiendo profundamente como cualquier persona a las dos de la mañana.
—Ni sé quién eres. —Solo aparecían un montón de números frente a mí, supongo que es un número equivocado. Pero por más que quería colgar y apagar el dispositivo, algo en mi interior me decía que debía tomar la llamada. Sin pensarlo más, deslicé el botón verde y contesté. —Hola. —nadie respondía en la otra línea, solo se podía escuchar una respiración pesada y unas leves palabras dichas sin fuerzas.
—Mew —era lo único que se escuchaba y con solo eso pude reconocer a la persona que débilmente me llamaba.
—¿Gulf? ¿estás bien?
—Mew...ven por favor —Acaso él estaba ¿rogando?
—¿Qué tienes? ¿Qué pasó?
—Por favorven rápido. Te necesito. —Con las últimas palabras fue más que suficiente para que mi cuerpo reaccionara y saliera lo más rápido que podía de mi habitación. No sé qué tiene, pero no lo dejaré solo. Le prometí que lo cuidaría y eso haré.
Narra Gulf.
Mi cuerpo estaba sudando mientras tiembla. Estaba envuelto en la colcha de mi cama y aun así sentía frío ymiedo. Mucho miedo.
—¡Mamá! —grité mientras me sentaba en la cama.
Las lágrimas salían sin control de mis ojos. Por más que las limpiara, nada las detenía, una tras otra mojaban mis mejillas a su paso. No sé qué me está pasando ahora, tiene mucho tiempo desde que soñé algo así. Anteriormente, me calmaba yo solo en cuestión de minutos, pero ahora no parece que eso pase pronto. Por alguna razón tomé mi teléfono y llamé a la primera persona en la que pensé. Una, dos, tres llamadas y no hubo respuesta.
Pero, ¿Qué estoy haciendo? ¿por qué lo llamo? Son las dos de la mañana y todos están durmiendo. No puedo molestarlo por algo tan insignificante. Mi mente me decía que abandonara la idea de llamarlo, pero mi corazón me dictaba que lo intentara una vez más. Por primera vez en mucho tiempo, lo admito, necesito a alguien. Lo necesito a él.
—Hola —escuché.
—Mew —mi voz ni siquiera salía, no tenía la fuerza necesaria para decirle que lo necesitaba. Sentía que al hablar mi garganta se cortaba con una navaja. Es doloroso.
—¿Gulf? ¿estás bien?
Tomé aire y usé todas mis fuerzas para decirle lo que quería.
—Mew...ven por favor
Después de pronunciarlo sentí mi corazón latir. Poco a poco fui tomando la fuerza necesaria para pronunciar mis siguientes palabras.
—¿Qué tienes? ¿Qué pasó?
Él escucharlo tan preocupado me hizo sentir que valió la pena el dolor en mi garganta y las veces que lo llamé.
—Por favorven rápido. Te necesito.
Fue lo último que pude pronunciar. Escuché del otro lado mucho ruido y las llaves del coche sonar. En verdad vendrá, eso me hace sentirme tan feliz y seguro. Dejé mi teléfono de lado y me levanté, fui al baño para lavarme la cara y acomodarme el cabello que tenía desordenado.
Al salir, me dirigí hacia la cocina para tomar algo y remojar un poco mi garganta. Sigo sin poder creer que lo llamé. No somos tan cercanos aún o al menos eso pienso yo, apenas llevamos pocas semanas de conocernos y unos días de habernos hecho amigos. Y aun así él siempre está cuando no estoy bien, aunque no se lo diga.
Desde esa vez que me dio la pastilla para el dolor de cabeza y fuimos a comer sushi, hablamos a diario. No ha habido algún día en que no me haya preguntado cómo estoy y qué quiero comer. Si él está libre, almorzamos juntos mientras hablamos sobre lo que nos gusta. Y si no, me manda un mensaje diciendo que está ocupado, pero siempre me lleva la comida hasta donde me encuentre, así sea una orden de fideos o un sándwich.
Han pasado varios minutos y el timbré sonó. Me emocioné al saber que detrás de la puerta estaría alguien que se preocupa por mi sin importar lo que sea. Me levanté del sofá y caminé hacia la puerta. El timbre volvió a sonar y unos golpes se hicieron presentes del otro lado.
—¡Gulf! ¡Gulf, abre la puerta! —Me apresuré a abrirle antes de que se le ocurriera romperla o despertara a alguien. Giré lentamente la manija para darle acceso a mi hogar, apenas pude verlo me sentí tan pleno. Estaba a punto de pronunciar lo feliz que estaba de verlo, pero no tuve la oportunidad. No me di cuenta cuando él se acercó a mí y me abrazó. Me atrajo con todas sus fuerzas y choqué mi cabeza con su pecho. La posición era muy incómoda, pero valía totalmente la pena. Sentir sus brazos rodeando mi espalda y la calidez de su cuerpo me dio la tranquilidad que necesitaba desde que me desperté. —¿Estás bien?
—No... —mi voz se quebró.
—Shh, no digas más. —dijo aumentando la fuerza de su abrazo. Mi corazón empezó a latir otra vez, y él podía sentirlo. Y yo sentía su corazón.
—No me dejes solo, por favor. Es lo único que te pido.
—Te lo he prometido muchas veces, no te dejaré.
—Júralo.
—Te lo juro.
—Perdón por llamar a esta hora, yo...
—No importa.
Ninguno pronunció algo más y solo nos quedamos ahí, abrazándonos sin importarnos nada a nuestro alrededor. Con la puerta aún abierta y casi en medio del pasillo, nuestros cuerpos compartían su calor. Unas pocas luces alumbraban el lugar, pero eso no importaba, nuestra aura parecía brillar por sí sola, brillaba tanto que cegaba el juicio.
Se supone que este capítulo se publicaría el sábado, pero debido a todo lo que ha estado pasando con Mew y Gulf quise publicarlo ya que siento que es justo lo que está ocurriendo.
No importa el término de relación que ellos tengan, siempre se apoyarán mutuamente, sin importar la hora, día, lugar o cualquier otro factor; siempre estarán para el otro.
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Destino
أدب الهواةGulf es un alumno de universidad que dejó de creer en el amor por culpa de su padre y no se permite amar ni ser amado por nadie. Pero nunca se imaginó que alguien llegaría a derribar todas las barreras que le costó construir. Mew es un maestro que s...