Narra Mew.
El aula es como siempre, pero la ausencia de alguien me hace ruido en la mente. Hoy tampoco vino. Ha pasado alrededor de una semana y él no ha aparecido. En la dirección se han comunicado al edificio donde vive, pero nadie sabe nada de él, aparentemente no ha salido desde la última vez que vino al instituto.
Como si fuera profeta, o algún tipo de ser mágico, vi una silueta aparecer en la puerta del salón. Era él. Mi corazón se aceleró al verlo después de tanto, pero sentí como mis ánimos desaparecían al ver el aspecto deplorable que tenía.
¿Qué carajos le pasó?
—Buenos días profesor, ¿Puedo pasar?
Hasta su voz sonaba diferente. Había algo en ella que al escucharla me partía el alma.
—Conoce las reglas, joven Kanawut. Acompáñeme a la oficina del director.
Me levanté de mi asiento y caminé en su dirección. A cada paso que daba más se le notaban las ojeras. Pude sentir su mirada fija y fría sobre mí, salimos camino a la oficina del rector, pero la secretaria nos informó que no estaba. Otra vez.
Bendita suerte que tienes.
Nos retiramos de inmediato. Seguíamos en silencio, pero con una tensión que me ahogaba a cada instante. Sin pensarlo más decidí hablar. Necesitaba hablar con él.
—Deberías dormir bien.
—No he podido dormir —respondió y de inmediato se percató que no debería de haber hablado.
—¿Hay algo en lo que te pueda ayudar? —cuestioné y al mismo tiempo me arrepentí. Sé que él nunca aceptará mi ayuda.
—No es algo que le incumba. —Tal como lo pensé. No seguiré insistiendo para que no me odie más, y penar que antes nos contábamos todo. Me enfoqué en sólo salir del instituto con él para que se relajara, pero, inesperadamente, su voz rompió el silencio una vez más. —Perdón —pronunció casi en un susurro que parecería inaudible para todos, menos para mí.
—No me has hecho nada malo así que no tienes que disculparte conmigo —Tajé.
—Le grité cuando casi me atropella y ahora le contesté de mala manera aun cuando solo se está preocupando por uno de sus alumnos —dijo con una voz que suplicaba de mil maneras ayuda.
Tiene razón, pero aun así no debe pedirme perdón por ese tipo de cosas. Es algo irrelevante y sin importancia para mí, comprendo porque se comporta así. Lo del incidente de ese lunes se arregló con el director, todo quedó como un accidente. Decidí desviar un poco el tema para no agobiarlo más.
—Puedes tutearme sin problema, tenemos confianza, Gulf.
—Como quieras. —Ese es el joven Kanawut que yo conozco. —Y no tienes que hacerlo, Mew. Después de todo no somos más que profesor y alumno.
—Eres uno de mis alumnos, además...
—No soy nada tuyo.
No sé si es solo mi intuición, pero pareciera que ni siquiera hay una esperanza de que me recuerde. Debe haber formalidades aquí, pero no tanto, es raro para mí sabiendo cómo era él antes.
—Está bien, no te quiero abrumar. Recuerda que siempre que lo necesites puedes contar conmigo.
No contestó y está bien.
No puedo esperar nada más viniendo de él.
Apenas dije mi última frase me alejé. Ninguno mencionó otra palabra. Solo podía sentir su mirada fija sobre mi espalda. El día siguió transcurriendo de manera normal, no lo volví a ver desde nuestra pequeña conversación en la mañana. El timbre de salida sonó avisando consigo que mi turno había concluido y podía largarme a casa de mi madre para comer. Llegué a mi auto y me ajusté el cinturón de seguridad. Estaba a punto de salir del estacionamiento, pero mi teléfono empezó a sonar.
—¿Qué pasa?
—¿Dónde estás?
—Estoy saliendo del instituto.
—Apresúrate, mamá te está esperando.
—Dile que...
No terminé mi oración porque vi una silueta familiar pasar frente a mis ojos. Era él. Ni siquiera notó mi presencia, solo pasó por enfrente del vehículo. Iba tan calmado; como si nada más importara en la vida.
¿Qué le sucede? ¿Qué es lo que lo tiene así?
—¿Bueno? ¿Estás bien?
—No...digo sí. Dile a mamá que no llegaré a comer, acaba de surgir algo. Tengo que colgar. Lo siento.
Sin más, terminé la llamada y guardé el teléfono. Desde que lo vi pasar por enfrente se me vino una idea loca a la cabeza. Probablemente me arrepienta de lo que haré, pero; la vida es un riesgo. Sin pensarlo puse en marcha el auto y empecé a seguir al jovencito Kanawut. No sabía el por qué, pero quería saber cómo era su vida, a dónde va y todo lo relacionado con él ahora.
De alguna manera, quiero tratar de entender más su forma de ser para ayudarlo, porque, aun cuando él no lo quiera admitir, necesita a alguien. Él seguía caminando con sus audífonos puestos sin prestar atención a todas las personas que lo quedaban viendo como si de un bicho raro se tratase.
Caminó sin parar por unos minutos y después se detuvo en una tienda para comprar algo que para mis ojos no es nada más que alcohol.
Cerveza.
Había comprado latas de cerveza.
¿Enserio volverás a beber como la última vez?
Sabía que algo así podría pasar y tal vez por eso sentía la necesidad de seguirlo.
Obvio, es por eso.
¿Verdad?
Salió como si nada le preocupara y siguió caminando hasta que entró al edificio donde, supongo, vive. Estacioné mi carro y apagué el motor, esperé unos minutos para pasar el tiempo y tomé una decisión aún más descabellada que seguirlo.
Entré al edificio y una simpática mujer me preguntó:
—¿En qué le puedo ayudar?
—Vengo a visitar a un conocido que está hospedado aquí pero no recuerdo el número de habitación. ¿Me podría ayudar?
—Entiendo, ¿Me podría decir el nombre de la persona a quien busca?
—Claro, se llama Gulf; Gulf Kanawut.

ESTÁS LEYENDO
Destino
FanfictionGulf es un alumno de universidad que dejó de creer en el amor por culpa de su padre y no se permite amar ni ser amado por nadie. Pero nunca se imaginó que alguien llegaría a derribar todas las barreras que le costó construir. Mew es un maestro que s...