Capítulo 10

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Narra Gulf.

Nos adentramos en el departamento después de que me calmé lo suficiente para poder hablar. Sus brazos aún me sostenían para evitar que me cayera, es una sensación indescriptible lo que siento, son demasiadas cosas que a la vez son nada. O tal vez no. Lo que empieza a crecer dentro de mí no puede ser, hace años me prometí que no dejaría a nadie entrar en mi vida y aquí estoy, derrumbando mis barreras ante mi maestro. Mi maestro favorito.

¿Qué carajos estoy pensando?

No puedo permitir que las barreras, que tanto me costó construir, él venga y las derribe. Simplemente no puede ser así, pero cada día que pasa se hace más difícil mantenerlas tan fuertes e impenetrables. Él lo hace tan malditamente difícil.

Nos sentamos en el sofá y apartó varios de mis cabellos que estaban pegados a mi frente por el sudor que aún permanecía en ella. Nadie ha dicho una palabra en mucho tiempo y quiero ser yo quien hable, pero mi voz parece no querer salir. Sólo sé que quisiera sentirme así de bien todos los días. Sentí su cuerpo alejarse y sus manos tocar mis hombros para que lo viera directo a la cara.

—¿Te sientes mejor?

—Si. —pronuncié por lo bajo.

—¿Quieres hablar?

—Ahora no...sólo abrázame. —dije volviendo a la posición de antes.

Él no se negó y parecía que haría cualquier cosa que le pidiera en estos momentos. Me sentía como un bebé al que su mamá tiene que cuidar porque es frágil como el cristal, y sí; así soy yo. Una pobre criatura que necesita y extraña los mimos de su madre.

Me reacomodé en el sofá, estiré mi cuerpo a lo largo de éste y puse mi cabeza en su regazo, él empezó a jugar con mi cabello dando un ligero masaje. El tacto de sus dedos era tan delicado, como si tuviera miedo de lastimarme. Se siente tan bien. Y ese es el problema, que todo a su lado se siente tan malditamente bien. Sin preocupaciones y sin presiones.

—¿Estás cómodo?

—Si.

—¿Tienes hambre?

—Un poco.

—¿Te preparo algo?

—No, ya te molesté demasiado. Sólo déjame seguir así por un rato más.

—Puedes quedarte así para siempre, si lo deseas.

—¿Me dejarías?

—Tú eres la única persona a la que dejaría hacerlo. —sus ojos mostraban algo de nostalgia o tristeza, no sé bien lo que era.

—¿Y a tu familia?

—Ellos son diferentes.

—¿Tus amigos?

—No tengo muchos.

—¿Tu novia?

Una leve sonrisa burlona se formó en su rostro.

Esa maldita sonrisa otra vez.

—No tengo.

—Si, estás muy feo para que alguien se fije en ti.

¿Feo? Ya quisiera ser tan atractivo como él.

—Nunca me ha interesado una relación.

—¿Nunca?

—Es algo relativo, sólo que siento que la mujer indicada no ha llegado.

—¿Qué tal un novio?

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