Capítulo 30

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Narra Jom.

El área donde viven mis padres es muy tranquila. Todos los vecinos son amables y solidarios unos con otros, desde que tengo uso de razón conozco a cada persona que habitan en los alrededores, pero específicamente hoy hay alguien nuevo mudándose a uno de los departamentos.

A unas cuántas casas de distancia hay una mujer vestida de colores medio vivos, pero que mantiene oculto su rostro. Lleva unos grandes lentes negros y unos guantes que protegen su piel de la luz. Su aura se siente pesada, como si arrastrara consigo miedo, culpa y hasta resentimiento.

Me acerco a ella para ayudarla con unas de las cajas que está a punto de caer. Salí hace unos momentos en mi camioneta a buscar a Gulf y puede que tenga suerte si le pregunto a esta señora si no lo vio en el transcurso de su mudanza.

—¡Disculpe!

—¿En qué la puedo ayudar, señorita?

—Mi nombre es Jom, vivo a unas casas de aquí. Salí a buscar a un amigo que no aparece y quería saber si usted no lo ha visto.

Pude haber dicho que era mi cuñado, e incluso el novio de mi hermano, pero no sé qué tan liberales son en su relación con las demás personas. No puedo simplemente ir divulgando sus asuntos, tal vez a ellos les gusta mantener un perfil bajo. Mientras menos personas sepan, menos personas se pueden meter.

Saco mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y busco una foto de Gulf en mi galería. Le muestro la imagen y su pie tropieza con uno de los escalones que están frente a la puerta principal, la caja que lleva en sus manos tambalea un poco y el peso la hace perder el equilibrio. Corro a auxiliarla, pero no fui lo suficientemente rápida para ayudarla, cuando llego hasta ella su cuerpo ya está en el suelo y la caja con varias fotos y objetos personales se encuentra dañada juntos con algunas cosas dispersas en su alrededor.

Intento hacer que se levante, pero se queja del dolor en la parte inferior de su pierna. Puede ser un esguince. Reviso el área y sólo escucho sus quejidos del dolor, además del visible enrojecimiento que se nota a simple vista, decido que tengo que llevarla al consultorio para curar y darle el tratamiento adecuado.

—Señora, la llevaré a mi casa para curar su herida.

—Está bien, pero primero déjame guardar todo esto.

—De ninguna manera, le tengo que atender lo antes posible.

—No puedo dejar mis cosas aquí abandonadas.

—No se preocupe por eso, ahorita lo resuelvo.

Tomé mi teléfono y marqué el número de Mew.

—Mew, estoy afuera, unas casas de distancia, con una señora y necesito llevarla a mi consultorio, por favor ven a ayudarme.

—Enseguida voy.

Colgué y a los pocos segundos vi a mi hermano correr en mi dirección.

—En la casa te explico, lleva a la señora y ponle un poco de hielo.

—¿Vienes con nosotros?

—Tengo que recoger esto.

—Bien, apresúrate.

La tomó en sus brazos y desapareció de mi vista. Empecé a recoger algunas cosas que estaban ahí tiradas y las guardé en la caja. Unas cuantas fotos estaban esparcidas, en una se podía ver a un niño pequeño, tal vez no pasaba de los tres años, en otra había tres personas, quizás es su familia, pero ¿Por qué está aquí sola?, El portarretrato estaba volteado, lo levanté y limpié un poco la suciedad que lo había manchado; un rostro familiar quedó ante mis ojos.

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