Capítulo especial

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Mundo paralelo. Lo que será narrado aquí no tiene nada que ver con los eventos anteriormente contados. Esto es sólo para demostrar que una pequeña decisión puede hacer la diferencia.

[...]

Narrador omnisciente.

El frío se hacia presente en la ciudad de Bangkok, diciembre estaba iniciando y eso significaba la celebración del cumpleaños número dieciocho del primogénito de los Traipipattanapong. Todos sabían que la familia más importante en el país había sido el foco de atención hace un par de años cuando salió a flote la infidelidad del magnate empresario Somchai Traipipattanapong, sin embargo; Manaow se separó de él quedándose con la mitad de los bienes.

Unos meses después se llevó a cabo una auditoria en la empresa y fue revelado el hecho de que estaba en quiebra, así como que había muchos delitos por parte del CEO. Con todo esto, Somchai fue condenado a muchos años de prisión.

Manaow siguió con su vida junto con su único hijo, el joven Gulf; creció toda su vida rodeado del amor incondicional de su progenitora y también de su segunda familia, los Jongcheveevat. Vivian en armonía siendo vecinos en una de las colonias más prestigiosas de la región.

Mew, el hijo menor de los Jongcheveevat, era seis años mayor que Gulf y Jom, la mayor de la familia de doctores, era mayor que su hermano por siete años. Ambos cuidaban al más joven desde que lo conocieron, jugaban juntos por horas y compartían gustos. El tiempo fue pasando y Jom prefería leer o estudiar, pero siempre los cuidaba a la distancia.

El pequeño Gulf se convirtió en un hijo más para los Jongcheveevat y desarrolló un cariño muy grande por ellos, pero desarrolló muchos sentimientos más complejos por aquel castaño que lo cuidaba como si fuera su tesoro más preciado.

Desde que sus padres se separaron, Mew se convirtió en su apoyo emocional y, junto con terapia psicológica, por los traumas que había generado, salió adelante. Estudiando en el último año de secundaria descubrió que muchos de sus amigos cortejaban a las chicas, pero a él nunca le llamaron la atención esos temas.

Una cierta tarde uno de sus amigos le contó que se había enamorado, el joven, curioso por el tema, le preguntó que era el amor.

—El amor es un sentimiento muy complejo de entender. Hay miles de explicaciones psicológicas y científicas sobre las hormonas, pero el amor es un sentimiento diferente en cada persona y que se presenta de muchas formas. En mi caso, siento mariposas y cosquilleos, me pongo nervioso cuando estoy con ella, tengo la necesidad de protegerla y hacerla feliz siempre. Hay respeto, cariño y armonía. No es algo que lo puedas describir al cien por ciento con palabras, simplemente lo sientes.

Con esa información, la mente de Gulf empezó a formular muchas teorías sobre lo que era ese sentimiento y llegó a una sola persona que le hacía sentir de esa forma. Aquel que siempre estuvo a su lado en las buenas y en las malas, siempre fue él; siempre fue Mew.

Si, a sus diecisiete años, Gulf confirmó que todas esas emociones revueltas muy probablemente era amor. Obviamente las dudas no se hicieron esperar, después de todo, Mew era un hombre. ¿eso sería correcto? ¿La sociedad lo aceptaría? ¿Su mamá lo aceptaría? ¿Él le correspondía? Decidido a callar esos sentimientos, se juró nunca decir nada al respecto.

El día del cumpleaños había llegado. La celebración se llevaría a cabo en la casa de los Jongcheveevat, serían pocos invitados, solo los doctores y la mejor amiga de su madre. Siempre era así, entre menos para pasarla mejor, sin presiones, sin necesidad de fingir como las personas de clase alta.

—Gulf, ¿ya estás listo? —preguntó su madre mientras llamaba a la puerta.

—Ya casi. Adelántate, enseguida voy.

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