«Pâtnadcatʹ»

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— Kato-San, todo tipo de libro se encuentra aquí, ¿Verdad? —el nombrado asintió sin mirarme— ¿De cualquier genero? —asintió— ¿Incluso los que tienen una saga de películas? —suspiró con cansancio, girando sobre su propio eje para verme

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— Kato-San, todo tipo de libro se encuentra aquí, ¿Verdad? —el nombrado asintió sin mirarme— ¿De cualquier genero? —asintió— ¿Incluso los que tienen una saga de películas? —suspiró con cansancio, girando sobre su propio eje para verme

— ¿Siempre haces tantas preguntas? —me encogí de hombros, acercándome con el carrito de los libros hacia su posición para caminar a la par

— ¿Puedo tomar uno?, prometo que lo pagare con mi primer sueldo y horas extras—enarco una ceja, mirándome de reojo

— Creí haberte oído decir que no tenias deberes —sonreí

— No es para mi, es para mi hermano. Estamos separados uno del otro y quisiera obsequiarle algo que le hiciera sentir especial —suspire, apoyándome en el carro— Mi madre siempre le contaba historias para dormir, pero había una en especial que él amaba. Solo ella la sabia, yo no soy bueno en esas cosas, pero recuerdo el nombre, así que pensé que eso podía ayudar en algo. Sus pesadillas se detendrían

Despertaba a medianoche, llamando a gritos a nuestros padres mientras lloraba y apretaba las cobijas, refugiándose en ellas. Misaki y su abuela se despertaban y calmaban su llanto, siendo el rubio el que se quedaba junto a él hasta que volvía a conciliar el sueño. Ron no se había atrevido a contármelo, mis preguntas al respecto de eso eran contestadas con un Si rotundo, sin explicar, pero ahora, estaría más presente para él, lo escucharía, le daría cariño, y sobretodo, le recordaría que yo no me iría como nuestros padres, que jamas lo dejaría solo.

La mano de Kato-San en mi hombro me trae a la realidad. Alzo mi cabeza para verlo, una diminuta sonrisa pintaba sus finos labios

— Te mostraré en donde puedes encontrarlo —sonreí— Pero antes, ocúpate de tu trabajo

Asentí, girando y dejando el carrito en su lugar anterior para dirigirme hacia la segunda planta, intentando no interrumpir el paso de las personas. Subí con saltos los escalones mientras me sostenía del barandal para no caer.

La relación que Kato-San y yo manteníamos había mejorado, sabia cosas de él y él sabia cosas de mi, un intercambio de palabras justo. No tenia esposa ni tampoco hijos, 37 años era su edad, hombre serio que atraía las miradas de las mujeres y alumnas, quienes seguramente habían puesto sus neuronas a trabajar logrando que su imaginación se vaya por los lugares oscuros, no tenia quejas con respecto a su monótona vida, la aceptaba tal y como era, incluso si eso significara acabar soltero durante los siguientes cuarenta años. En cambio yo, si pudiera me gustaría volver a nacer, manteniendo mi familia actual, pero los bastantes alejadas de todo esto para no sufrir los desagradables hechos ocurridos, algo que, por más que se le desee a la primera estrella de la noche, no iba a ocurrir, solo me quedaba esperar mi muerte para reencarnar en un ambiente lleno de paz, pero sin llegar a cruzar la linea de La vida de color rosa, porque nada de eso seria real.
Lo que pasaba era necesario, no importaba si aquello traía dolor o destrucción, las cosas debían tornarse de esa manera para que luego puedan conectar, incluso las perdidas, esas eran absolutamente necesarias.

☣Iɴsᴀᴛɪᴀʙʟᴇ☣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora