Su espalda estaba contra la pared, sus manos hacían desastre con mi cabello mientras nuestros labios danzaban algún tipo de baile que rozaba la linea de lo pasional y necesitado.
La oscuridad y las paredes exteriores cubriéndonos nos permitían hacer lo que quisiéramos sin que nadie estuviera notándonos.
No nos habíamos alejado tanto debido a que podrían estar buscándonos, lo que hasta el momento no había sucedido. Al parecer, allí afuera todo iba de maravilla.Sonreí, sus manos desabrochaban los botones de mi camisa, copiando lo que las mías habían hecho con anterioridad. La diferencia era que el saco y moño se encontraban a nuestros pies, su impecablemente ordenada camisa había sido bajada lo suficiente como para dejar al descubierto sus hombros y cuello.
Descendí mis besos, oí su jadeo y segundos después le siguió el mio al sentir el tirón que le dio a mi cabello.Su piel estaba caliente, erizándose cada vez que mi respiración chocaba en alguna zona descubierta de su cuerpo. Estábamos pegados, nuestras piernas entrelazadas y los sonidos solo audibles para nosotros, nos mantenían en una burbuja ajena a lo que sucedía alrededor. Aunque no creo que llegásemos a más que solo besos subidos de tono y caricias por debajo de la ropa, me preocupaba el hecho de que en realidad así fuera, su cadera presionándose con la mía me lo advertía cada cierto momento. Estaba sintiéndose bien de alguna manera, no vivía ni tampoco moría por tener relaciones, pero en este instante se sentía bien, lo cual en general era lo que el cuerpo demostraba cada vez que ocurría, solo que la diferencia estaba en los sentimientos que había de por medio.
Lo había experimentado la primera vez, así como anterior a eso lo había imaginado sin quererlo. Los cuerpos estremeciéndose por cada toque, caricia o beso ocasional, todas aquellas sensaciones se volvían más fuertes y especiales cuando lo estabas dando y recibiendo desde el corazón. Con amor, en pocas palabras. Lo que podía demostrar con mis pulsaciones aceleradas cada vez que Ayato estaba cerca. Ah, ni siquiera debería pensar en él en este momento, soy un idiota. En mitad de la noche, con un bonito chico que podría ayudarme a olvidarme de varios de mis problemas, a punto de tener sexo, y él venia a mi, distorsionándome la vista con un simple pensamiento.
El alborotado cabello gris en donde mis dedos se enredaban había cambiado por el opaco azul que al contacto con la luz parecía cambiar su color. Sus ojos se abrieron y los orbes azules aparecieron, brillando y sosteniendo mi mirada, acompañando el color en sus mejillas que con lentitud comenzaba a desaparecer. Nuestras frentes estaban apoyadas, nuestras respiraciones se mezclaban con nuestros labios rozándose levemente.
"También te amo, idiota"
"No dejare que te mueras por culpa de esto"
Ah, si. Supongo que después de todo si hay algo que estoy haciendo mal contigo, Ayato. Todo tu me tiene completamente perdido, te me apareces y haces que la culpa se siembre en mi estomago, floreciendo hasta que quiera vomitarla. No haremos nada de lo que pudiera arrepentirme, porque no permitiré que pase nada aunque fui yo el que cedió a la primera sonrisa que se cruzo por mi camino. Prometo que arreglare todo por ti y por ambos, para demostrarte que en verdad tu me haces bien por más que no quiera estar contigo por miedo a dañarte. Solo espérame, por favor
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☣Iɴsᴀᴛɪᴀʙʟᴇ☣
Fanfiction°°°El canibalismo es una de las manifestaciones más evidentes de la ternura°°° Tokyo Ghoul no me pertenece, todos los derechos reservados a su creador: Sʜᴜʜᴇɪ Mᴏʀɪᴛᴀ