«Sestnadcatʹ»

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— ¿Uta-San?

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— ¿Uta-San?

Me adentre al local con pasos vacilantes, mirando alrededor en busca del pelinegro con piercings.

El viaje, incomodo, que Ayato y yo manteníamos se baso en explicaciones sobre lo que tendría que hacer, ya era parte de su grupo, podía pensarlo con mayor claridad ahora, y debía decir que no me arrepentía. Había acertado en cada una de sus palabras, como si supiera la razón de mis temores. Había logrado convencerme para poder beneficiarnos a ambos, si lo ayudaba, si me mantenía a su lado, aceptándolo como mi líder, sabría de una vez por todas el escondite de Naki-San. Lo encontraría y, si mi padre no se hallaba allí, entre ambos lo buscaríamos, no me importaba si era vivo o muerto, necesitaba saberlo, necesitaba quitarme la incomodidad de mi pecho.
La realidad era dura a veces, pero prefería eso antes que una dolorosa mentira.

Camine unos pasos más adentro, deteniéndome frente a una sabana blanca que cubría, lo que suponía, una mascara como las demás

— ¿Uta-San? —eleve un poco mi voz, girando mi cabeza hacia atrás para darle un breve vistazo a la mirada oscura del otro lado de la calle— ¿Estas aquí? —suspire, posando una mano en mi nuca— No esta aquí...

Me gire con la intención de salir del local, pero el rostro sereno y amable del dueño, al que justamente estaba buscando, apareció de repente, interrumpiendo mi paso y el latido de mi corazón debido al susto

— Kai, ¿Has venido por tu pedido? —asentí

Se encamino hacia un estante detrás del escritorio que se encontraba puesto delicadamente al fondo del lugar, tomo una pequeña cajita negra y la dejo en la mesa, deslizándola hacia mi. La tome, abriéndola.
Dentro había una mascara completamente blanca, con una linea negra curvada simulando una sonrisa y dos rendijas en donde se encontrarían los ojos, en forma de media luna puesta hacia abajo. Aunque tuviera una mueca amigable y de felicidad continua, parecía sacada de una película de horror.

Me incline con una sonrisa, cubriendo la mascara otra vez

— Agradezco mucho el trabajo, Uta-San. Es muy bonita —me enderece— Cuídate, gracias otra vez

Asintió con una sonrisa relajada, sin soltar palabra alguna.
Deje el local, caminando con rapidez hacia el otro lado de la calle con la esperanza de que el pelinegro no se encontrara siguiéndome con la mirada. La presencia de Ayato a mi lado se hizo notar, tomo la manga de mi abrigo, jalándome hacia la derecha, en donde comenzó a guiar el camino.
Lo mire de reojo

— ¿A donde vamos?

— Debemos juntarnos con los demás, apresura el paso —fruncí el ceño

— Ser amable no te matara, ¿Sabes?. Acepte esto, pero eso no quiere decir que tolerare tus groserías y ordenes —me cruce de brazos— No obtendrás nada de mi de esa manera —tomó mi brazo con brusquedad, haciéndome un llave

☣Iɴsᴀᴛɪᴀʙʟᴇ☣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora