«Dvadtsat' vosem»

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— ¡Kai, ya basta!

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— ¡Kai, ya basta!

Rodé por el suelo gracias a la patada que recibí, chocando duramente con la pared más cercana. Cerré mis ojos, descansando una mano sobre mi abdomen  y otra a un lado de mi cuerpo, respirando de manera agitada.

Estaba aturdido, el pitido en mis oídos comenzaba a volverse lejano, pero mi corazón no detenía sus acelerados latidos en consecuencia a lo sucedido. Me incorpore con pesadez, clavando mis ojos en las tres personas frente a mi, y me levante, sosteniéndome de la pared, bajo sus atentas miradas. Me acerque al rubio con lentitud

— Lo siento, Naki-San —frote mi brazo, agachando la cabeza

— Es la segunda vez que pasa —asentí, suspirando

— Lo se —apoyo su mano en mi cabeza, acariciando mis cabellos

— Tomare la responsabilidad por traer a un herido sin autorización, pero solo esta vez —dejo un beso en mi coronilla antes de marcharse

Mire alrededor, no había rastros del hombre al que ataque. Su aspecto era demacrado y la sangre lo cubría en gran parte, además de que parecía ausente, mirando al vació con los ojos apagados. Parecía haberse esfumado de repente, y ni siquiera tuve la oportunidad de preguntar al respecto, aunque quizás no obtenga nada.

Suspire, pasando mis brazos por mi nuca, siguiendo el camino por el que Naki-San se alejo sin soltar palabra alguna a los dos presentes, me sentía ligeramente avergonzado por lo sucedido, pero no lo admitiría, con que lo supiera y sea consciente de eso me bastaba.
Tararee una melodía a labios sellados, recordando las palabras de Eto, vacilando en si debía hablar con el rubio. Sus pensamientos eran indescifrables, pero no aburría el hecho de seguir escarbando para llegar a descubrir, aunque sea, uno pequeño.

Negue con una sonrisa, deteniéndome frente a un cristal que simulaba ser una ventana con algunas rajaduras que comenzaban en la esquina y acababan en el centro, el polvo ya seco decoraba los bordes y un poco más, pero el reflejo podía verse con claridad.

No me gustaban los espejos, eran objetos que distorsionaban la imagen que tenias de ti mismo con las criticas internas, juzgándote por los muertos en el armario y los secretos que involucraban a los seres amados. Quizás los odiaba porque eran similares a mi. Frágiles, ocasionando que se protegiera como lo más valioso. Inútiles, barriendo los pedazos distribuidos por el suelo que ya no servían porque se habían vuelto peligrosos al tacto. Su inicio casi como el mio, pero ¿Y su final?. ¿Acabaría rompiéndome?.

Sacudí mi cabeza, palmeando mis mejillas, no necesitaba pensar en cosas innecesarias. El día de hoy pasarían muchas desgracias, las cuales no eran de mi interés si no se trataba de ellos

— Vas a romperlo —rodé los ojos, mirando a Ayato por el espejo

— Me sorprende que tu no lo hayas hecho antes —negó leve, acercándose, rodeando mi cuello y cintura con sus brazos, apoyando su mentón en mi hombro

☣Iɴsᴀᴛɪᴀʙʟᴇ☣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora