|6 años después|
Seque los platos, acomodándolos en una perfecta pila blanca en la alacena, colocando los más grandes debajo mientras arriba los más pequeño iban achicando su tamaño cada vez más.
Cerré el grifo, sacudiendo mis manos cuando termine, apoyándolas levemente en la encimera.Mi alrededor estaba callado, lo cual sabia que no podía significarse algo bueno. Un infante de cinco años estaba correteando por la casa, sus pasos rápidos y la risita traviesa intentando pasar desapercibida ya no se oía, eso era lo que hacia más preocupante la tranquilidad.
Suspire y me aleje de la cocina, dándole un breve vistazo a la ventana antes de continuar mi camino para buscar a la traviesa criatura por cada rincón de la solitaria casa. Me encontraba solo en ella, pero por lo que recordaba de la conversación que Touka y yo habíamos tenido, Momo-San llegaría en algún momento, ella intentaba que el peso de cuidar de un hijo no fuera tanto.Me acerque a la sala de estar en cuanto su empalagoso aroma me guio hacia allí, asome mi cabeza y la apoye en el marco, mordiendo mis labios para retener la carcajada que amenazaba con salir desde el fondo de mi pecho debido a la apariencia del mayor.
La mesa ratona estaba repleta de accesorios rosas y pasteles, los de color rojo y negro podían contarse con los dedos de las manos, no podía evitar sentirme algo indignado por eso. Odiaba el rosa.
Carraspee para llamar la atención de ambos, la expresión de sufrimiento en el rostro del peligris fue suficiente para que arruinara el "mágico momento" que compartían— Buenos días, Momo-San —sonreí, acuclillándome delante de la pequeña niña— Creí que avisarías, no que entrarías como un ladrón —ayude a la ojivioleta a guardar las ligas, riendo al verla irse corriendo, dejándome a mi todo el trabajo— Todo esta controlado aquí, ¿Quieres café?
— Si, gracias —asentí y me incorpore, dejando la cajita llena de ligas y hebillas ordenadamente sobre la mesa
— No hay problema, por cierto —levante mi dedo pulgar en señal de aprobación y sonreí burlón— Lindo peinado
Solté una risa al ver su ruedo de ojos y me gire, tomando en brazos a la pequeña albina. Sus cortos brazos se alzaron hacia arriba, sus grandes ojos me miraban fijamente mientras metía sus manos por mi cabello, jugando con las hebras rojas y llamativas de manera distraída.
La mecía suavemente de lado a lado, presionando el botón de la cafetera mientras utilizaba una mano para estirarme y alcanzar una taza. No podía creer que durante estos años había dejado de crecer, seguía viéndome como un adolescente. Resople, ajustando el pequeño cuerpo contra el mio, llenando el pequeño recipiente con el humeante y cálido liquido.Volví a la sala de estar, dejando la taza con delicadeza delante de Momo-San antes de girarme, mirando con vacilación el gran piano que solo estaba de adorno debido a que no lo usaban porque no sabían tocar. Ocupaba el mayor espacio y me daba pena que solo lo apreciaran como si de un cuadro se tratara, aun recordaba aquellos momentos en los que Ron y yo nos sentábamos a crear melodías en el.
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☣Iɴsᴀᴛɪᴀʙʟᴇ☣
Fanfiction°°°El canibalismo es una de las manifestaciones más evidentes de la ternura°°° Tokyo Ghoul no me pertenece, todos los derechos reservados a su creador: Sʜᴜʜᴇɪ Mᴏʀɪᴛᴀ