«Sest»

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— Hmm

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— Hmm... nghm... —un golpe en su abdomen lo hizo encorvarse por inercia, soltando un sonido leve de dolor mientras su mirada se dirigía a la del rubio a su frente— ¿Q-Que fue eso, idiota? —el contrario sonrió burlón, pasando un brazo por el respaldar de la silla en la que se encontraba sentado cómodamente

— Controla tus hormonas, niño. Estamos en horario escolar —Kai rodó los ojos, pasando sus manos por detrás de su nuca

— Solo estaba estirándome, tarado —Misaki soltó una risa, tirando su cabeza hacia atrás

— Si, lo note. Solo tu puedes estirarte con cansancio cuando no has hecho nada en toda una maldita hora —el pelirrojo lo pateo por debajo de la mesa, mirando hacia otro lado

— En mi defensa, el profesor de Ciencias me odia —sonrió— Aunque debo reconocer que sacarlo de sus casillas me divierte

— No dirás lo mismo cuando debas verlo luego y durante las vacaciones —el más bajo asintió, borrando cualquier rastro de sonrisa en su rostro— Oh, por cierto, hablando de vacaciones. ¿Que tal tu trabajo? —un suspiró salio de los labios del pelirrojo, quien apoyo su mentón en la mesa, mirando al rubio

— Mal... la señora Nakamura es agradable, pero su condición empeora cada vez más. Creo... creo que cerrará la veterinaria para ponerle más atención a su salud, así que debo prepararme, estaré despedido en unas horas —su acompañante asintió, posando una de sus manos bruscamente sobre el cabello contrario, acariciándolo

— Tranquilo, lo harás bien. Tus cortas extremidades servirán para algo más que curar y alimentar animalitos —Kai alejo la mano del rubio de un golpe, mirándolo con fingido enojo

— ¡Misaki!

Ambos soltaron unas risas, llenando el vació aula con esos alegres sonidos. Solo eran ellos dos, siempre lo eran a esa hora del receso, mientras los demás se alejaban con emoción, ellos simplemente los miraban irse hasta que Misaki tomaba una silla, acercándola al escritorio de Kai, en donde ambos comenzaban una charla tranquila acompañada de risas y golpes inofensivos de ambas partes. El único faltante del grupo no tenía la misma suerte, su hogar y escuela quedaban alejadas, por lo que su día se basaba en mirar por la ventana, o hacer garabatos sin sentido en la hoja hasta que los tres se encontraban en algún lugar fijo, pasando juntos lo que restaba del día

— Matsuyama-Kun, Ichinose-Kun —los nombrados giraron su mirada hacia la mujer frente a la pizarra, notando como los demás alumnos pertenecientes a ese aula, llegaban. La castaña sonrió, mirándolos sobre sus lentes— Por favor, ambos colóquense en sus lugares

Asintieron, y Kai se sentó correctamente a la vez que Misaki tomaba su silla, arrastrándola con pereza hacia su lugar.
El pelirrojo reprimió una risa al ver la expresión que había puesto la mujer al oír el rechinido de la silla contra el suelo, dejando invisibles lineas ocasionadas por sus patas al pasar. Soltó un suspiro, y soltando un Buenos días, comenzó a hablar con suavidad, momento en que Kai dejo de prestarle atención para perderse en sus pensamientos.
Generalmente, siempre encontraba la solución a sus problemas, pero en ese instante se encontraba aplastado bajo una roca, haciéndole imposible respirar. Estudiaba y trabajaba a la tarde, eran pocas horas ya que solo se ocupaba de los animales que recién llegaban o los que se encontraba en el área de adopción, pero aun así a Ron no le hacia falta nada gracias a él. Ahora mismo, se sentía confuso y a punto de caer en una crisis, no solo porque no tendría trabajo, sino que, ¿Quien aceptaría a un niño de 15 años en una tienda?.
Varios de los lugares que había visitado, tenían la misma respuesta a su pregunta, Las políticas de esta tienda van en contra de tener a menores como empleados. Y lo entendía, pero aun conservaba la esperanza de toparse con alguna persona con la misma amabilidad que tuvo aquella señora con él.
Su mente le recordó las veces en las que los adultos lo miraban sin disimulo alguno al volver tarde a casa, pasaba siempre por las mismas calles, ya que el camino era el más corto, pero aun así las propuestas llegaban a sus oídos con total claridad. Eso le provocaba escalofríos y asco, pero evitaba dirigirles alguna palabra, mientras menos importancia le daba, era mejor y seguro.
Su semblante neutral aparecía de manera automática cuando ocurrían esas ocasiones, las cuáles en un principio le asustaban

☣Iɴsᴀᴛɪᴀʙʟᴇ☣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora