Capítulo 47

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Los primeros rayos del alba se asomaron sobre las montañas circundantes a las instalaciones, anunciando la llegada del sol mañanero. Joel dio una gran bocanada de aire fresco, realmente disfrutaba el natural aroma del desierto, aunque este trajera malos recuerdos a su cabeza y muchas explosiones a sus orejas.

En silencio siguió la marcha, liderada por el humano de blanca bata y su hermano menor. Su destino acabó siendo la gran torre en medio del complejo. La misma desde donde se podía apreciar el horizonte completo, sin embargo, esa gigantesca estructura siempre había poseído una debilidad, un punto ciego: su base. Al pie de la torre se encontraron con una pequeña puerta cubierta de polvo.

Se limitó a guardar silencio al verlos entrar en esa oscura sala. Dentro apenas cabían los tres, y todo estaba lleno de aparatos electrónicos, algunos enterrados bajo una densa capa de arena y otros totalmente intactos.

-¿Por qué hablarles desde aquí? -incrédulo preguntó siendo recibido por la molesta mirada del humano.

-Este lugar es indetectable para el resto del CNAI, es la única forma de comunicarnos sin ser descubiertos -contestó encendiendo los equipos-. Muy bien, Max, haz lo tuyo. -Se apartó de en medio dejando al susodicho frente al radio.

-General, adelante, ¿me recibe?

Pasaron pocos segundos, los cuales fueron eternos y estresantes para todos, era notable en el constante sudor del Jefe de Laboratorios y en la pesada respiración del lobo.

-Fuerte y claro, Schuss, imagino que estarás listo para acabar con esta guerra.

-Mucho más que eso, pero quiero que nos dejemos de rodeos, la próxima vez que nos veamos lleva a los dos humanos -contestó firmemente apretando el pequeño altavoz entre sus garras.

-Muy bien, tú dirás cuando es la reunión.

El silencio se apoderó de él y enseguida volteó a ver a Ronan, quien rápidamente negó con la cabeza. Max tragó saliva al recibir este gesto y entre dientes contestó.

-Aún no, las cosas están muy calientes aquí como para salir, necesito un tiempo.

-De acuerdo... -La voz del contrario tenía un tono amargo, casi furioso-. Sólo no te tardes demasiado, no creo que tus amiguitos lleguen a fin de mes, cambio y corto.

Joel apoyó la pata en el hombro de su hermano al ver como estaba listo para responder. El menor le enseñó los colmillos, pero no se dejó intimidar por su violento actuar, intensificando su agarre hasta finalmente callar sus gruñidos. Entonces, se llevó ambas patas a la cabeza y observando a ambos preguntó.

-¿Ustedes se dan cuenta de que no los soltarán?

-Contemplamos esa posibilidad -respondió Ronan con tranquilidad, haciendo erizar todo su pelaje-, pero es un riesgo que hay que tomar.

-¿¡Qué!? Literalmente vamos a decirles «estamos solos y desarmados, por favor no nos hagan nada» tal vez hasta se rían... ¡y nos peguen un puto tiro en la sien!

El sarcasmo y la furia del zorro provocó gracia en el humano, quien mirando hacia el tenue brillo del exterior rió con descaro.

-No estarán solos, confíen en mí. -Sin más que decir caminó hacia la salida, dejando a ambos hermanos mirándose entre sí totalmente confundidos.

-Mierda... -Max pareció reaccionar de repente.

Joel no pudo evitar encogerse de hombros al ver como su hermano estaba falto de habla, paralizado como si hubiese presenciado un desastre en frente de su vista. Entonces, con las orejas pegadas al cráneo y la cola entre las piernas intentó hablar, quedándose en el mero intento.

La evolución de las especiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora