Capítulo 3

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El salón seguía a oscuras, de fondo se escuchaba el sonido de la ducha y frente a la ventana estaba el lobo con la cabeza apoyada en el frío cristal. Max hablaba por teléfono mientras miraba como la ciudad era iluminada debido a los relámpagos.

De acuerdo... Podrías haberlo dicho hace... No lo sé, cinco años antes, pero está bien, y me debes algo por este enorme favor... Lo haré, adiós mamá —al concluir la conversación, Max tiró su teléfono sobre el sofá y se agarró la cabeza. Sus ojos seguían naranjas, demostrando
confusión—. Maldita sea —se quejó en voz baja.

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-Aunque estaba feliz de volver a ver a mi hermana, no era el mejor momento para estar juntos. Mi madre apenas sabía de ella y tenerla ahí me complicaba un poco las cosas. Además, desde el primer segundo que estuve con ella noté como se había vuelto otra, alguien impulsiva y ruda, me di cuenta aunque Aish tratara de disimularlo.

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«Se ve que quiere saberlo todo, no puedo dejar que sepa nada, primero tengo que ver como es Max con veinte años y luego sabré si confiar o no en él» pensaba la loba mientras secaba rápidamente su humedo pelaje en el baño.

Al salir se topó con su hermano sentado en el sofá, Max la invitó a sentarse palpando el espacio libre justo al lado de su lugar, Aisha obedeció y se sentó cruzando las patas (inferiores).

—Nueve años... Demonios, realmente ahora me doy cuenta de que es casi una década desde la ultima vez
—musitó cabizbajo. Al levantar la vista, pequeñas lagrimas salieron de sus ojos, mojando el pelaje en sus mejillas.

—Max, ¿estas bien? —preguntó la loba preocupada por el estado de su hermano.

—Sí... Sólo me alegro de verte... Eso es todo —respondió con la voz quebrada. Secó sus lágrimas nuevamente y luego de hacerlo, abrazó a su hermana.

—Yo también... Pero ahora tranquilo, ya estamos juntos de nuevo
—correspondió de una forma más fría.

—Ahora a lo que íbamos... ¿Qué te pasó en estos nueve años? —inquirió rompiendo el abrazo.

—Una vida de mierda, así de simple, no te la imaginarias —respondió.

—No, la verdad no me la imagino, ¿puedes ayudarme a hacerlo?.

—No quiero hablar de eso, encerio
—recalcó. Sabía lo que su hermano estaba tratando de lograr y no se lo permitió.

—Ahg, esta bien, te traere sábanas para que duermas en el sofá —le informó y se levantó para buscar lo antes dicho. Siendo detenido por la loba, quien lo agarró de la pata.

—¿Qué?, ¡claro que no!, vete a saber lo que haces en este sofá, dormiré en tu cama —declaró con una pícara sonrisa.

—... Bien, tengo sueño y mañana trabajo, no tengo energías para discutir. Solo no te quedes con toda la cama o te empujo al suelo —advirtió.

—No si la que te lanza primero soy yo
—respondió fingiendo una voz dulce. Finalmente entró a la habitación.

«Paciencia Max, ten paciencia, esta semana no va a ser la mejor, por lo menos ella está de vuelta» pensó  entrando a la habitación.

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-Y así, se fueron volando tres días, no hubo casi avance entre los dos, solo pude sacarle algunas cosas de contexto, pero nada importante. El jueves tenía día libre en el trabajo y no conté con que mi amigo viniera al departamento, así empezó lo que nos obligó a irnos de la ciudad.

La evolución de las especiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora