Un sofocante cambio de aire la invadió cuando llegó al pasillo principal, donde la cantidad de gente amontonada era una barrera que le impedía el paso. Pero pronto, el mar de blancas batas se hizo a un lado, dejándolos caminar por el medio de este, todo gracias a la ayuda de Sebastián. Chris podía apreciar con claridad la sangre y arena que teñían el oscuro uniforme del castaño, sin siquiera fijarse en que el suyo estaba en peores condiciones.
No fue sino hasta estar en el elevador que pudo respirar tranquilamente, esos pasillos no estaban hechos para ese tipo de aglomeraciones, algo que había comprobado el día en que la ciudad fue destruida.
Un seco golpe la sacó de su mente, y tras ver las puertas cerrarse escuchó como su acompañante estaba al borde del llanto.—Sebas, por favor tranquilizate —hipócrita se dijo, si ni ella podía hacerlo.
—Esto es un desastre... ¡Un desastre! —murmuró entre lágrimas, dejándola con la duda de si estaba respondiéndole.
—Lo sé, no debimos dejarlos ir, ¿pero qué más querías que hicieramos?.
—Si se muere... —balbuceó tirándose el pelo, viendo toda la sangre que tenía en las manos.
—¡No digas eso, no va a morir! —quería creerlo, pero había visto lo mismo que Sebastián y no le gustaba nada. A pesar de su inseguridad volvió a tratar de tranquilizarlo y pareció surtir efecto.
Pareció que al tomarlo de los hombros, el contacto físico lo hizo entrar en razón, permitiéndole a Chris acabar con el problema, al menos momentáneamente. Y aunque sabía que ante ojos ajenos ella se veía totalmente despreocupada, por dentro no podía ya con el asunto.
Entonces, el timbre llamó la atención de ambos, viendo como una delgada figura aparecía al abrirse las puertas.—¿Cómo está? —comenzó ella al percatarse del silencio de Sebastián.
Ronan se detuvo unos segundos para observarlos y suspiró profundamente, como si suprimiera las ganas de decir algo.
—En estado crítico, los médicos hacen lo que pueden —la duda con la que había soltado sus palabras alertó a Chris—. Sebas... Puedes ir a preguntar por él... —no había terminado cuando el joven tomó un rápido rumbo hacia el final del pasillo.
—Gracias...
—Espera... Tengo que hablar contigo seriamente —Chris solo dio un fuerte resoplido, dando una vacilante respuesta.
—¿Ahora?.
—Si —enseguida entró en el ascensor, marcando otro nivel en el tablero.
Solo bastó la cortante actitud del mayor para alertarla, clavando en ella un mal presentimiento. Pero no hubo tiempo para calmarse, ya que cuando menos lo esperó, la robusta puerta de la oficina los encerró dentro. Chris tenía bien claro que algo andaba mal y pudo comprobarlo con la mirada de Ronan, enteramente invadida por la ira.
—Tenemos un problema grave... Muy grave —de abajo de su escritorio levantó lo que parecía un chaleco, aunque roto y cubierto de arena.
—¿Qué sucede?.
—Este chaleco recibió cinco impactos y solo paró dos, supuestamente alguien con tres balazos en el abdomen tendría que estar malherido, o muerto, ¿cierto?.
—¿S-sí?, ¿y de quién es? —no hacía falta que se esforzara mucho por conseguir esa respuesta, lamentablemente ya la sabía.
—Del lobo... Qué si no recuerdo mal, ¡entró caminando hasta el nivel médico!, y que sorpresa me llevo cuando me entero que le dispararon a quemarropa —finalmente estalló, como si Chris no lo hubiera sabido.
ESTÁS LEYENDO
La evolución de las especies
Science Fiction--Sin duda lo que pasó en todo ese tiempo me quitó el sueño por años. --El hecho de que la ciudad estuviese amurallada dejaba a muchos con un intranquilo sentimiento. El gobierno nos mantenía ahí dentro, diciendo que lo mejor era permanecer allí, q...