Capítulo 15

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Narrador

—Deja de moverte —reprendió Chris mientras revisaba la herida del joven guardia.

Aprovechando el reparo de un viejo roble, los cuatro frenaron allí, pues  notaron como sus perseguidores habían abandonaron la persecución.
Sebastián se notaba demasiado inquieto al momento en que la rubia le quitaba el manchado uniforme para atender su herida.

—Uf, que feo agujero tienes —comentó al ver el hueco por donde había entrado la bala.

Con facilidad se veía como el pequeño pedazo de plomo había perforado el hombro del joven. Lo peor de todo era que la bala parecía seguir dentro.

—¡Ay!, ¡ten cuidado! —reaccionó cuando sintió el ardor provocado por la gasa

—No seas llorón, solo estoy desinfectando la herida, o ¿prefieres que te amputen el brazo?.

—Tengo el pedazo dentro, ¿de que sirve que la desinfectes?.

—Callate y deja que termine —ordenó frotando con más fuerza en la herida, así el moreno se tranquilizaba.

Sin más quejidos de su parte, Chris pudo terminar poniendo la venda, pero no serviría de mucho ya que la bala continuaba dentro de su cuerpo.
A unos metros suyos, cerca del vehículo, esperaban ambos hermanos. Se los veía a los dos abrazados con fuerza, en un inútil intento por parte del lobo para consolar a su hermana.

—¿Qué hacemos? —susurró Chris tras darle una disimulada mirada a ambos cánidos.

—No lo sé, no podemos volver para ver que sucedió, correríamos un riesgo innecesario, hay que volver para buscar refuerzos.

—¡Pero los matarán!.

—Si vamos acabaríamos muertos, y ya no habría esperanza para nadie, sé que parece que los estoy abandonando a su suerte, pero no podemos arriesgarnos.

—Sebastián...

—Escucha, Blake es duro, no por algo era de las fuerzas especiales, también sé que estás pensando en el zorro. Chris, seamos realistas, ese animal ya está muerto —aseveró mirándola con seguridad.

—Pero...

—Vamonos —la cortó en seco, acercándose a los dos lobos y ordenándoles que suban al vehículo

Ella quedó pensativa un momento, no podía creer que el propio novio de Blake lo estaba abandonando así, aunque algo le decía que más que un acto de frialdad, era una decisión inteligente, las mismas que ella nunca lograba tomar.

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El chirrido típico de aquella reja lo alertó, sin embargo Joel ni se movió, seguramente era el tigre, quien venía por su tercer ronda. Su captor había repetido aquel acto, destrozando aún más la poco cordura que le quedaba, pero luego de dos abusos, la perversión de su torturador no parecía saciada.

—Zorro —oyó el susurro de una familiar voz y con dificultad levantó la vista.

—¿Tú? —Joel pensó estar delirando al tener a aquel humano en frente, quien se acercaba lentamente a él.

Confundido levantó la mirada hacia él, pero al momento de hacerlo se aterrorizó.

—Vamos, te sacaré de aquí...

El click tan característico del seguro de una pistola le hizo correr un escalofrío que recorrió su espalda y le hizo erguirse en segundos, el soldado levantó las manos lentamente.

—Hola, tigre —dijo él, totalmente tranquilo.

—Gracias por este fusil miniatura, de verdad es que es un arma muy útil —escuchó una gruesa voz detrás suya.

La evolución de las especiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora