Capítulo 14

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P.D.V Joel

Abrí mis ojos repentinamente debido a un molesto brillo proveniente de una lámpara que colgaba de un derruido techo. Al recordar todo lo que había pasado me senté exaltado en la dura cama donde yacía.

—Enhorabuena, por fin has despertado —dijo una voz a mi derecha.

Era el dálmata que me había disparado, estaba parado detrás de unos barrotes con una arrogante sonrisa triunfal en su hocico.

Yo estaba encerrado en una celda aún en peores condiciones que en la que nos tenían los humanos.  De la cintura para arriba estaba desnudo, ya que en vez de ropa tenía una venda que envolvía mi abdomen justo en donde había dado el balazo.

—Supongo que debí ser más rápido —me levanté a la vez que un dolor punzante provocado por la herida me hizo retorcer.

—Ten cuidado con eso, chico, no vaya a ser que la sutura se rompa.

—Pudrete —me acerqué hasta estar cara a cara con él—. Si esta estúpida reja no esuviera aquí, te partiría la cara en dos.

—Mira, muchacho —continuó sin prestarme atención.— Considerate afortunado de que te salvara la vida, después de todo apoyas a los humanos.

—¿¡Y qué!?, ¡al menos ellos no le disparan a los de su propia especie!.

—Eso crees tú, no sabes de lo que son capaces esos monstruos.

—Si lo sé, son capaces de todo, no muy diferentes a ustedes, bastardos.

—Joel, no lo entiendes, ustedes son un peligro para nuestra especie.

—¡¿Como carajo sabes mi nombre?!.

—Sé muchas cosas gracias a tu hermanito y su pequeño diario —respondió sonriente.

—¿De que demonios estás hablando?.

Alguien había entrado en la habitación interrumpiendo nuestra "agradable" conversación. Pude observar que más allá de los barrotes había un viejo escritorio junto a una silla y detrás de estos estaba la puerta por la cuál había entrado un gran tigre blanco, el mismo que estaba presente al momento del tiroteo.

—Capitán, veo que nuestro invitado al fin decidió despertarse.

—Así es, mi General, pero no parece querer colaborar.

No quería ni escuchar sus inmundas voces, así que me di media vuelta para regresar a la cama, que como todo lo de aquella habitación era una porquería.

«Menuda situación de mierda, primero capturado por una panda de bichos raros que dicen ser nuestros creadores, y luego apresado por los de mi propia especie, ¡totalmente genial!» pensé hundiendo la cabeza en mis patas, desesperado.

No sé ni cuanto estuve así, flotando en mi mente, me preocupaba por Aish, pensando en si ella había podido escapar de estos tipos, de lo contrario habría corrido y recibido un tiro por nada. Un horrible chirrido hizo taparme las orejas y cuando volteé a ver que demonios había producido tan horrendo sonido vi al tigre. Ahí estaba, parado con su temible figura, mirándome al mismo tiempo que una sonrisa maníaca se mostraba en su hocico.

—Levanta —su voz grave retumbó en mis orejas.

Me sentía asustado, ese felino era incluso más alto que mis hermanos y sus musculosos brazos podían partirme en dos sin mucho esfuerzo. Sin embargo no me debía dejar intimidar por su apariencia, había conocido muchos idiotas así, pura fuerza, poco cerebro.

La evolución de las especiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora