—Hay que matarlo ya, Sebas, no podemos seguir esperándola.
Desde una esquina, Joel los veía parados en medio del pasillo. Ronan estaba demasiado serio al tocar el tema, pues de alguna u otra forma parecía no tener opción.
Las orejas del zorro se levantaron y el pelaje en su cuello extrañamente se erizó, ¿acaso los humanos no eran de confianza?. Anteriormente lo hubiera sospechado, pero desde lo que le pasó con aquél tigre, creyó que su enemigo era otro.—¿Y los otros dos? —el joven de largo cabello tembló al preguntar, conociendo la respuesta.
—Depende de si dan problemas —solo que su sobrino bajó la cabeza con la contestación—. Escucha, sé qué le debes la vida de Blake al zorro, pero no podemos arriesgarnos.
Joel recibió claramente el halago, pero más que hacerlo sentir bien, hizo la rabia invadirlo. Había pasado tanto con tal de no revelar los secretos humanos, aunque su motivo fuera otro, y así era como ellos le devolvían el favor, con mentiras y secretos. Clavó las garras en el radio que tenia en la pata y salió de su escondite, directo al medio del corredor.
—Oh mier... —alcanzó a decir el científico al ver salir la blanca figura de entre las sombras. Mientras el menor posaba la mano sobre la pistolera que colgaba de su cintura.
—No puedo creer que todo este tiempo todo fue una trampa —enseñó los dientes al hablar, buscando una pelea que se tenían merecida.
—Esto no te incumbe, zorro —Ronan se adelantó al instante con la mirada fija clavada en el animal.
—Claro que lo hace, ¡no traicioné a mi especie para que unos imbéciles nos maten!.
Cuando ambos vieron lo que el cánido sostenía en su pata comprendieron que no estaba allí por casualidad.
—J-Joel, esto es un malentendido —Sebastián trató de calmarlos solo para evitar tener que arruinar su plan.
—Tu hermano está enfermando gravemente y la única forma de salvarlo es acabar su vida —continuó el mayor sin siquiera retroceder.
—Claro, nos utilizan para una cura que salvaría a su inmunda especie y no son capaces de ayudarlo.
—Si mentimos, ¿entonces cómo hizo él para aguantar cinco disparos a quemarropa?.
—¿Me crees imbécil?, el chaleco que tenía paró las balas.
—No funcionan así, pero digamos que tienes razón... Entonces explica lo de los ojos multicolor.
—¿Cómo sabes...
—Porqué conozco los síntomas y su enfermedad... Y créeme, no te gustaría saber lo que hace.
—Iluminame entonces —hasta ese punto había sido bueno, pero no volvería a dejar pasar otra.
No pasó mucho hasta que la puerta de la sala de control se cerró. Los tres permanecieron quietos hasta que las luces estuvieron encendidas. Aquel gigante lugar era tan sorprendente como misterioso para Joel, cuya existencia desconocía hasta esa noche.
—Vaya espectáculo tienen aquí.
El silencio lo recibió mientras ambos se asentaron frente a una de las computadoras. Aún no podía creer las vistas que allí tenían, pues los grandes ventanales le permitían ver el vasto paisaje nocturno, desolado como de costumbre. Pronto se vio reflejado en el vidrio, mostrando su cuerpo repleto de heridas, algunas más viejas que otras, dándole que pensar.
—Ahí tienes, disfruta —el tono hostil del humano mayor aún no cesaba. Le dejó encendida una de las pantallas de la sala, con un vídeo reproduciéndose en esta.
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La evolución de las especies
Science Fiction--Sin duda lo que pasó en todo ese tiempo me quitó el sueño por años. --El hecho de que la ciudad estuviese amurallada dejaba a muchos con un intranquilo sentimiento. El gobierno nos mantenía ahí dentro, diciendo que lo mejor era permanecer allí, q...