Con la mirada, sumergida en el oscuro pasillo, indagó sobre la llave acariciada por sus dedos y todo en él pegó una sacudida. Pasó la otra mano, tan marcada con viejas cicatrices, por su cabello, cuyo vivo color había perecido tras tanto tiempo de encierro.
Trataba disipar la invasora niebla de su mente mientras colgaba vacilante de la reja, con la preocupación clavada en su rostro.—¿No estarás pensando en echarte atrás? ¿Cierto? —Sintió una firme voz a sus espaldas, por el rabillo del ojo vio al maltratado dálmata, penetrándole con una simple mirada.
—Estoy ideando el plan, no hay margen para cagarla —contestó manteniendo fija la vista al frente—. Si lo hacemos bien estaremos afuera en un instante.
—¿Y si no?
—Brian —interrumpió el zorro detrás de ellos, levantándose del suelo con un pesado quejido—. Si no logramos salir nos cortarán el cuello... A todos.
El silencio no tardó en caer sobre la pequeña celda y todos, ante el sofocante ambiente, cruzaron miradas entre sí. Sucios por la tierra y el polvo, y atormentados por el hambre; poco era lo que de su fortaleza quedaba. No podían pasar un día más en tan deplorable estado.
—Has hecho esto antes, ¿no? —dudó el manchado, con un ligero picor en todo el cuerpo que erizaba su corto pelaje.
—Más o menos, solo que tenía el apoyo de cientos de hombres y únicamente el rescate era de unas pocas decenas de personas. —Respirando hondo se dio la vuelta, viendo a ambos con la esperanza por los suelos—. Ahora somos miles de blancos fáciles en un laberinto de pasillos interminable. Estamos más que jodidos.
—¿Qué pasa con las armas que prometiste conseguir? —preguntó de brazos cruzados el mayor, dando un paso hacia él. El fuego que llameaba en sus ojos resaltaba con odio cada palabra.
—Sólo hay un único lugar en donde podemos conseguirlas, pero no habrá demasiadas... Calculo que una cada veinte de los nuestros —le susurró a ambos, procurando que sus palabras quedaran encerradas en la celda—. Sé lo que están haciendo: las celdas rebosantes, la oscuridad, la falta de comida. Nos quieren debilitar física y psicológicamente.
—Mis hombres estarán listos cuando llegue el momento —musitó el dálmata en respuesta, tratando de no alzar el tono.
—Puede ser que sean fuertes, pero no haremos nada si las puertas no se abren. —El miedo opresor le invadió la mente al escucharse—, lo cual es peor.
—¿No confías en... —el zorro preguntó entre dientes, llevándose una pata a la cabeza.
—No, pero no nos queda otra, salimos mañana, o morimos acá. —Con las palabras ahogadas en lo más profundo de la garganta volvió a sentarse de cara al pasillo.
—¿Por qué éstas aquí de todas formas, Dennis? —Brian sólo lo acompañó, sentándose junto a él, intentando romper las antiguas tensiones.
—Traté de hacer lo correcto y todo lo que conseguí fue un balazo en el estómago... —Levantó su maltrecha camiseta, mostrando una vieja marca similar a un crater en su abdomen—. Y la muerte de los míos.
—Jack tenía razón... —volvió a cortarlos el albino, mientras notaba el peso del sombrío ambiente cernerse sobre todos ellos—. Sí hubo una guerra entre humanos. Y tú eres el único superviviente.
—Dejan que te pudras mientras ellos disfrutan de su enfermiza victoria allí arriba, no me esperaba menos —soltó con asco, el dálmata se retorcía cada que pensaba en sus captores.
—Gozando de la vida en medio de la guerra —concluyó el rubio con los ojos fijos al techo.
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La evolución de las especies
Fiksi Ilmiah--Sin duda lo que pasó en todo ese tiempo me quitó el sueño por años. --El hecho de que la ciudad estuviese amurallada dejaba a muchos con un intranquilo sentimiento. El gobierno nos mantenía ahí dentro, diciendo que lo mejor era permanecer allí, q...