Capítulo 39

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—Esto es... Increíble —exclamó sin aliento el mayor de ambos—, E imposible. —Sin embargo se mostró inquieto ante el desolado entorno que los rodeaba—. Han pasado siglos y este sitio sigue intacto.

Frente aquella inmensa cápsula, los dos permanecían absortos dentro de su propia mente mientras admiraban el tacto del polvoriento cristal en las palmas de sus manos. Ronan no podía evitar apretarse el cuello, pues notaba como el pesado aire poco a poco le perforaba los pulmones como la filosa hoja de un cuchillo.

—Es una NT-20, una de las primeras que funcionó —continuó agobiado, sintiendo como el nudo de su garganta lo dejaba sin oxígeno.

—¿De cuándo estamos hablamos? —inquirió el castaño fijando la vista más allá del interior del artefacto, justo donde la figura flotaba inmóvil entre el nuboso líquido.

—Tal vez 2015, o 16, seguramente fue construida a la par de esta sala. —Sus palabras se cortaron abruptamente al verlo apoyado junto a la máquina—. ¿Tienes idea de quién podría estar dentro?

Con un leve temblor extendido por todo su cuerpo, asintió, la seguridad residía en la firmeza de su voz pero el brillo reflejado detrás de sus ojos lo traicionaba totalmente. Así que, inflando el pecho sacó la pistola de su funda y suspiró viendo directamente al monstruoso aparato.

—Ronan. —Con un ligero movimiento de su hombro empujó al científico hacia la cápsula—, creo que estamos a punto de conocer a nuestro sexto ángel entre demonios. ¿Crees poder abrirla?

Este negó rotundamente con la cabeza.

—No sin la ayuda de los ingenieros, aunque no sé si deberíamos dejar bajar a alguien aquí —contestó dejando salir todo su pesar en un profundo suspiro—, y aún no sabemos de que lado está este tal Ángel.

—No te preocupes por eso, sólo averigua como abrir esta cosa sin matarlo —ordenó aún firme frente al vidrio, y haciendo caso omiso a la respuesta del contrario lo único que escuchó fueron sus pasos alejándose hasta confundirse con el profundo silencio del lugar.

Mordiéndose el labio hasta pintar sus dientes del profundo carmesí de la sangre, permaneció observando el misterioso cuerpo levitando entre el turbio líquido, únicamente siendo interrumpido por las burbujas ascendiendo contra el cristal.

Entonces alzó, entre el arma y su mano, el reluciente mechero cuyo frente lucía una vistosa inscripción con el nombre de su novio. Pero fue tras abrir la tapa, por la cual la pequeña llamarada escapó, que se pudo leer otra pequeña palabra apenas visible.

—"B y C", Blake y Caleb —dijo para sus adentros, presionando en su puño ambos objetos—. Vas a tener que explicar bastante, compañero —concluyó apoyando el puño contra este.

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Un intenso golpear, intranquilo como el repiqueteo de sus latidos, lo obligó a apoyar la pata en el helado suelo, despegándolo de la comodidad de su cama. Quien fuera que estuviese detrás de la puerta buscaba entrar a toda costa. Así que, con el sonido de la madera retumbando en sus cansados oídos se dirigió a ella.

Apenas tomó el picaporte, una fuerte figura se coló entre la entreabierta puerta, entrando a la habitación como una sombra, una grisácea y robusta sombra. El zorro entornó los ojos ante el nervioso caminar de su hermano menor y apoyando el peso de su cuerpo contra la pared se cruzó de brazos esperando escuchar la asustadiza voz del lobo.

—Joel. —Pero con lo único que se encontró fue con un grueso rugido que de su garganta se había apoderado.

—¿Max, qué... —Fue interrumpido por un gran bostezo culminante en el crujir de su mandíbula—, pasa?

La evolución de las especiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora