Capítulo 22

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Superados en número y habilidad, comprendían el imposible escape de la situación. Solo Chris, contra este duro pronóstico, interrumpió la posible chispa que podría hacer estallar las balas.

—¡Tiren las armas! —el eco rebotó en todo el lugar pero su fina voz no fue escuchada. Sus sudorosos acompañantes clavaron sus temblorosas pupilas sobre su delgado cuerpo.

—Pero... ¿Estás hablando en serio?... No podemos

Los ojos marrones de Sebastián se posaron sobre la chica, temblorosos al ritmo de sus manos. Parecía como si  el pequeño arma le pesara demasiado. A su lado, Blake rodó los ojos un momento, aferrándose más a su fusil. Obviando el peligro que su amiga corría entre todos los puntos de mira enemigos, apuntó a su líder. Su robusto adversario veía en sus ojos tal firmeza que le hizo tragar saliva dificultosamente.

—¡Lo hace!, pero no pienso bajar nada —aplastando el eco de las voces de su compañero, el soldado no se movió. Lo único que se veía moverse eran las gotas del trasparente líquido cayendo de su cabello.

—Haganle caso, no buscamos pelea —escondiendo sus temblorosas manos de la vista de los contrarios, el extranjero trató de refugiarse entre sus guardas. Pero aún así sabía que podían matarle fácilmente.

—¡Da el primer paso entonces!.

Sabiendo como venía la situación, la joven se redimió de hablar, creía que  iba a empeorar todo. Tenía que parar a su amigo, claro estaba en su mente. Sin embargo las palabras no le salieron, se quedaban al fondo de su garganta listas para ser olvidadas.
Contra todo instinto se giró con brusquedad, a nada de recibir los disparos.

—Tu radio, Sebas—mostrando cada uno de sus lentos movimientos quedó cara a cara con el moreno. Su pistola apuntaba sobre el hombro de la rubia.

No le importó que la estén apuntando, Chris hizo su arriesgada jugada y gratamente para ella no pasó nada. Pero del otro lado, a Blake le dificultó el pulso, apretando los dientes estaba listo para el intento, aunque el mismo sabía que no podía librarse de las amenazas sin bajas. De lo contrario lo habría hecho.

—To-tomalo —con el corazón desbocado, el guardia comenzó a temblar. En ese momento, se imaginó siendo atravesado por una montaña de balas.

El aparato descansaba adherido a la camisa del joven y tan pronto estuvo en poder de Chris ella volteó. Fue aquel último cruce de miradas en el que Sebastián se dio cuenta de todo. La mirada de la chica le hizo entrelazar la pistola entre sus dedos.
El político, repentinamente apartó su escudo humano y adelantándose quedó cara a cara con ella.

—No te faltan las agallas, niña, cuidado lo que haces.

—Gracias... Ronan, adelante.

Chris, espero órdenes —robotizada, la voz saliente del aparato denotaba la agitación de su portador.

En la celda del B7, ya sabes que hacer, cambio.

—¿Segura?.

Sí, corto.

Una vez desaparecida la transmisión, solo quedó estatica, la cual no duró mucho antes de cortarse. El dispositivo cayó al duro concreto del suelo.
Una seña repentina salió del extranjero al momento en que se mordía el labio con fuerza.

—Dame una razón para no acribillarlos.

—Empezando en que no somos terroristas.

—¿Y piensas que llamar refuerzos por radio va a hacer que te crea?

—Son pruebas, no refuerzos

—¡Deja de empeorar las cosas, Chris! —con la cólera envolviendo su voz, el soldado no dudó en entrometerse en aquel asunto. Por lo que a él respectaba, su amiga había llegado demasiado lejos.

La evolución de las especiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora