De un audible carraspeo, Chris acomodó su garganta al notar las miradas de ambos hermanos clavadas sobre ella. Por una fracción de segundo vio como el tranquilo desierto se teñia de la fuerte y calurosa luz solar que reflejaba en la arena, enriqueciendo su color.
—¿Chris? —al solo escuchar el tenue sonido del viento arrastrando la arena, Max hizo un hueco en aquel silencio que ponía incómodo a los tres.
—Tienen entrenamiento, justo ahora —al fin, la respuesta tan esperada por sus contrarios se hizo presente, aunque no fuera bien recibida.
—¿A estas horas?... Genial, cada vez vamos a peor —el molesto comentario del zorro le introdujo de lleno en la conversación, captando la atención de la humana.
Chris prefería no responder, sabía que la razón no faltaba en las palabras del albino, sin embargo el tiempo apremiaba y aún existía el miedo de ser tomados por sorpresa en un repentino ataque, esto los cánidos lo sabían perfectamente.
—Bien —verla en silencio le hizo recordar que ahí no tenían opción y un frustrado suspiro se juntó con su contestación al momento de despegar su cuerpo de la arena.
—Vamos.
Sin embargo, fue un sonido lejano el que los alertó, provocando un fuerte eco que rebotaba por todas las ruinas de la base. Repitiéndose velozmente, el extraño ruido daba la sensación de acercarse hacia ellos, pero nadie ubicaba el origen de este.
—¿Y eso? —la humana prestó atención a su alrededor porque sabía que de algún lugar recordaba ese tipo de sonido.
—No lo sé —respondieron al unísono ambos hermanos, volteando a todos lados sin poder establecer contacto visual con la fuente del ruido.
—¡Chris! —el radio sonó antes de que ella hiciera ademán de tomarla, la alterada voz del soldado la sorprendió de pronto.
—¡Tenemos problemas graves! —Sebastián entró de repente al canal, cortando a Blake
—Lo sé, estoy fuera —asombrada, apenas podía articular palabra.
Antes de siquiera haber recibido el mensaje, Chris había identificado la fuente del ruido, lo cual alteró todos sus sentidos. En la lejanía, mucho más allá de las pequeñas colinas de arena, se apreciaba un grupo de puntos negros contrastando con el azul cielo recién amanecido.
—Esperame —Blake terminó el mensaje y en cuestión de segundos desapareció de la frecuencia.
—Sebastián, ¡hay que moverse!.
—Entiendo, trata de ganar tiempo... Buena suerte, cambio y corto.
—Dile a Ronan que los oculte hasta que yo diga, te envío a los dos machos al laboratorio, corto —pronto el dispositivo desapareció en su bolsillo y ella no despegó la vista del cielo.
El asombro se le adhirió al rostro, pues no daba mérito a esa escena, pero de pronto notó las miradas de ambos cánidos detrás suya, las cuales lo decían todo sin que sus dueños articularan palabra alguna.
—¿Qué es esto? —el zorro, sin quedarse atrás saltó de repente sorprendido por los extraños objetos
—Ya habrá tiempo para explicar —volteó exaltada ante ellos, sumida en la urgencia de la situación—. Solo vayan al laboratorio.
Sin rechistar, ambos animales salieron disparados hacia la pequeña puerta que daba entrada al complejo, en donde la humana los perdió de vista. Sin embargo, su atención se desvío arriba, en donde se veía como los pajaros metálicos cubrían el cielo.
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La evolución de las especies
Science-Fiction--Sin duda lo que pasó en todo ese tiempo me quitó el sueño por años. --El hecho de que la ciudad estuviese amurallada dejaba a muchos con un intranquilo sentimiento. El gobierno nos mantenía ahí dentro, diciendo que lo mejor era permanecer allí, q...