Capítulo 36

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Las horas habían pasado ya sobre aquella vacía parte de las instalaciones. Los pasillos, tan similares a las calles del olvidado mundo los recibían con las luces encendidas. Un perdido eco rebotaba en todas direcciones. Aquel trío de pasos se detuvo frente a una gran puerta de cristal desde donde un fuerte sonido provenía.

—¿Listos para hablar frente a decenas de miles de personas? —comenzó el jefe de seguridad, frotándose las manos con ímpetu.

—Tienes que estar tranquilo, al menos tú estás acostumbrado a hablarles, a diferencia mía —contestó Chris apoyando la mano en su hombro, dándole una serena sonrisa.

—Lo único que deben hacer es darles lo que quieren, después de tanto tiempo sin una palabra nuestra, toda esta gente se está poniendo muy nerviosa —ordenó reacio el científico y, secando el sudor de su frente, dio un paso al frente, abriendo la puerta—. Los cinco niveles están ocupados y las cámaras grabarán todo lo que hagamos, tengan cuidado.

Tras la transparente puerta se mantenía una tenue y fina iluminación, inundada por el constante murmullo de la multitud. Aquel inmenso lugar parecía no tener un final concreto al guardar tantas personas. Todos los presentes, comúnmente portadores de uniformes de trabajo, ahora lucían vestidos para tan importante acontecimiento.
La atención general recayó en sus
"líderes", parados sobre la plataforma con vista hacia todos e iluminados por los potentes reflectores que anunciaban su presencia. Delante suya, tres micrófonos se alzaban sobre el escenario, listos para dar a escuchar sus voces. El momento en que ambos hombres dieron un paso al frente fue aplaudido por todo el complejo, sin embargo cuando ella se mostró ante el público, los susurros optaron por volar en el aire.

—Su atención por favor. —Rompiendo la densa nube de voces rumorosas, el más viejo tomó la delantera—. Hemos decidido, en esta noche tan especial, darles unas palabras luego de casi un año desde nuestra última aparición.

No hubo demora para que un total silencio se contagiara en el lugar, todos quedaron expectantes ante esas firmes palabras. Sin más preámbulo dejó salir su discurso.

—Sinceramente después de tantos años en mi puesto, diría que estoy preparado para cualquier obstáculo, pero no es así, ya que los últimos tiempos han puesto mi capacidad al límite y podría decir que en nuestra historia no hubo ningún jefe de laboratorios que haya pasado por tal situación... —Respiró hondo, dándole un descanso a su voz.

Absolutamente nadie se movió mientras hablaba, sólo miraban y escuchaban, no le hacía falta imponer respeto. El problema era que ni bien aquella chica, quien inconscientemente le había desafiado, soltara su voz (supuestamente inocente) al aire, perdería ese respeto acumulado a lo largo de los años. Sin embargo expulsó todos esos malos pensamientos en un resoplido y continuó con una gran sonrisa dibujada en los labios.

—Y con esto los incluyo a todos ustedes, de verdad no hay palabras para describir su excepcional desempeño en estos tiempos de crisis, nos hemos ganado esta noche, ¡disfrutenla!

Volvieron a estallar los aplausos, silbidos y vítores. Lleno del alegre ambiente que se había formado, Ronan retrocedió de su lugar y el foco de las luces se movió a su costado, donde su sobrino esperó el apaciguar de los gritos de la multitud. Cuando ya la atención de la mayoría había cedido sobre él, comenzó.

—Sin duda es una noche para festejar el esfuerzo de miles de hombres y mujeres que continúan luchando cada día para la prosperidad de nuestra sociedad, y eso es algo admirable... —Un fuerte carraspeo salió de su garganta—. Pero no debemos olvidarnos de aquellos que dejamos atrás, que pelearon hasta no poder más; hoy, momento en que honramos nuestros logros, también honramos a los caídos que ya no pueden disfrutar de esta victoria, pero que sin duda esta no hubiera sido posible, sin ellos. Esto va por nuestros compañeros.

La evolución de las especiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora