Capítulo 3

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Las pesadillas son una advertencia del subconsciente

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Las pesadillas son una advertencia del subconsciente.

En mi caso, sirven para hacerme recordar que los pensamientos nocivos que reprimo a lo largo del día terminarán afectándome tarde o temprano. Extraño las noches tranquilas y vacías en las que podía dormir sin ninguna preocupación. Poco tiempo después de dejar la casa de mis padres iniciaron los sueños torcidos y recuerdos devastadores; me ví obligada a adaptarme a la tortura nocturna que mi mente es capaz de crear.

Me abrazo a la almohada con fuerza, esas horribles sensaciones aún no abandonan mi cuerpo.

Sabía que esta particular noche me pasaría factura. Cuando me despedí de Emily en el pasillo y me acomodé entre las sábanas caí en un profundo cansancio que no duró demasiado, una serie de momentos específicos bombardearon mi cabeza.

Las rondas de tragos en Disturbia.

Los chicos invitándome a bailar.

La libertad y confianza que sentí bajo la música.

Luego, los momentos donde el miedo reinó en mi cuerpo.

Alguien me está observando.

Alguien se acercaba a mí con dudosas intenciones.

Alguien me acechaba al otro lado de la calle.

Por supuesto, las palabras de la espiritista no podían faltar.

Alguien tiene su atención en tí.

Y desperté para pasar la siguiente hora más larga y confusa, con la vista perdida en la oscuridad de mi habitación. Muerdo mi labio e instantáneamente me reprendo citando las palabras de mi madre.

«No hagas eso, los nervios te delatan.»

Lo decía antes de hacerme pasar la puerta que me separaba de la sala de espera y el consultorio de la terapeuta pero me niego a completar ese recuerdo; las cosas no quedaron en buenos términos con mis padres al mudarme de la ciudad. Eran sobreprotectores y me obligaban a reducir mi infancia a escasos momentos felices. Ellos cambiaron por una razón, y es exactamente lo que me motivó a alejarme.

La noche del incidente.

Cierro los ojos, pensar en eso solo aumentará el insomnio y necesito despertar temprano para un encargo de paisajismo de la empresa en que trabajo. Giro en el colchón quedando boca arriba, hay una extraña tensión en el ambiente.

Me relajo al punto de quedar adormilada, sin embargo el sentimiento dura poco; un escalofrío me recorre el cuerpo por completo. Casi podría jurar que la temperatura disminuyó.

Abro los párpados e intento levantarme pero una presión se extiende por todo mi ser y la confusión me inunda.

¿Qué está pasando?

Med: Acosador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora