Capítulo 17

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«El hombre sombrío solicita tu presencia»

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«El hombre sombrío solicita tu presencia»

Abro los párpados con pesadez y la luz se filtra hacia mis retinas haciéndome soltar una maldición. Aparto el rostro apretando los ojos y buscando incorporarme, me afinco en los codos. Un quejido sale de mis labios al sentir un dolor que se extiende por mi abdomen y se asemeja a haber recibido un puñetazo limpio en las costillas. No tengo idea de dónde estoy o cuántas horas han pasado desde que abandoné la oficina de la doctora Grayson. La voz de Roman y la sensación de peligro regresan a mi mente, me pongo alerta.

Me levanto despacio e ignoro las molestias por unos segundos. Estando sentada, me abrazo el torso conteniendo un chillido; me cuesta un minuto ubicarme en la cama, estoy en mi departamento y a juzgar por la intensa luz solar que viene de las ventanas deduzco que es de mañana. ¿Qué hora es? La cabeza me está matando y un distintivo olor a hierro roza mi nariz.

Me estiro para sostener el despertador, antes de que mis dedos puedan rodearlo me percato de la enorme mancha en la palma de mi mano, me quedo perpleja, mi vista sube por la manga de mi blusa y se detiene en mi antebrazo. Oh Díos... Mi pecho, las sábanas blancas y el borde de mis jeans están embarrados de el mismo liquido.

Estoy bañada en sangre y lo peor de todo es que no parece ser mía.

Alzo la tela que cubre mi abdomen y mi piel se eriza, distingo una nueva cicatriz en mi costado, paralela a la anterior y del mismo corte. Me petrifico. Doy un brinco de la cama y corro al baño, observo detenidamente el reguero de agua colorada de rojo que salpicó el lavabo, parte de los azulejos y el cristal en el que me reflejo. Mi cuello también está manchado, no obstante, mi barbilla y cara son impolutas. No entiendo, ¿me lavé la cara? ¿Por qué no lo recuerdo?

Mis manos tiemblan, mis músculos se estremecen bajo situación en la que me encuentro. Inhalo y exhalo manteniendo el control, no puedo tener un ataque ahora, necesito saber qué me llevó a acabar de esta manera. Tanteo los bolsillos de mi pantalón en busca de mi móvil, me sorprende hallar la pantalla rota. Reviso la hora: nueve y media. Bien, salí de la consulta a las seis de la tarde del día de ayer, eso lo reduce a un lapso de quince horas.

¿Qué mierda ocurrió?

Las notificaciones empiezan a llegar, llamadas perdidas, mensajes sin contestar, emails, recordatorios. Mis amigos están preocupados. Maquino en mis opciones, debo salir y descubrir qué pasó ayer. Inicio escuchando los mensajes de voz que tengo el buzón. El primero es de Aria:

—"¿Hola? ¿Amiga? Oye, te estuve llamando como por una hora. ¿Qué tal fue la sesión? En el consultorio dijeron que saliste tarde, ¿puedes contestar el teléfono? Estoy preocupada.

Me desnudo con cuidado y me meto a la ducha, mientras tallo mi piel para lavar la sangre seca me fijo en un pequeño raspón en el codo. El escozor es soportable. Permito que el agua fría refresque mi ser, cierro los ojos y me pierdo por un instante. Me envuelvo en una toalla y deposito la ropa ensangrentada en una bolsa negra que luego escondo en el armario tras comprobar que no tenga más pistas que justifiquen mi amnesia.

Med: Acosador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora