Capítulo 12

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«Me gustas con locura»

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«Me gustas con locura»

«Eres adictiva»

«Me perteneces»

Qué horrible manera de despertar.

Salgo de la cama, sudada y mareada, en dirección al baño. Me tambaleo un poco antes de cruzar el umbral, evito caer al aferrarme del lavabo. ¿Qué hora es? Ni siquiera lo sé, mis ojos arden y tengo escalofríos; me despego el cabello de la cara.

No necesito ver mi reflejo para saber que estoy hecha un asco. Recuerdo haberme despedido de Dante anoche — de forma poco educada— para luego encerrarme en mí habitación y perderme en el efecto de las pastillas. Volví a excederme, y eso no es lo peor, la sensación que tengo en los primeros momentos de tomar los calmantes me hace sentirme distinta, despreocupada; estoy consciente de que eso está mal.
Decido darme una ducha fría, el agua cae sobre mi piel y me refresca. En algún instante percibo un pequeño dolor bajo las costillas y cuando me reviso la zona ubico unas marcas inusuales.

¿Qué demonios?

Parece un rasguño.

Me coloco la toalla y corro a la cama, quito la colcha hallando una diminuta línea de sangre. Contemplo la escena un par de minutos hasta que mi teléfono suena en el buró. Atiendo y aclaro mi voz, aún así debo sonar abatida.

—¡Holaa!— Aria me exalta con su saludo.— ¿Cómo estás, amiga?

Me rasco el cuello y reúno toda mi emoción. Cero.

—Hola, todo bien, ¿qué pasa?

—No pasa nada, solo me aseguraba de que no canceles la cena de esta noche.— comenta, agitada, oigo música de fondo.— No darás excusas, ¿verdad?

—Claro que no, Aria.

—¿Segura?

—¿Por qué tan desconfiada? Hemos hecho esto muchas veces.— busco la ropa en los cajones, pego el teléfono entre mi oído y el hombro para sostenerlo.

Escucho que alguien le habla, lejano.

—Y muchas veces has cancelado, no quiero invitar a Jack para nada.

—¿Estás en el gimnasio?— pregunto tras unir los cabos.— Te oyes alterada.

Se ríe.

—Sí, ¿cómo adivinaste?

—Quizás fue tu respiración descontrolada o la canción de Taylor Swift que se repite allá.

—Atrapada.— dice, divertida, simulo serlo también.— Por cierto, ¿qué hay con ese tipo que te llevó a casa?

Aprieto los labios.

—Es una amigo, ya te dije.

—Ya, bien. Es que no me acabó de agradar.— admite, yo aprovecho para vestirme.— Es extraño.

Med: Acosador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora