Capítulo 11

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Cuatro días, dos sesiones de terapia y un montón de pastillas calmantes

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Cuatro días, dos sesiones de terapia y un montón de pastillas calmantes. Cuando las tomo, mi mente se pierde y las preocupaciones se desvanecen junto a los nervios. Lo admito, tal vez he abusado un poco, son la única vía de escape para la situación por la que estoy pasando.

Me tragué una píldora antes de entrar al estudio. Mi cabeza da un par de vueltas y lo disimulo con dificultad, los mareos son un efecto constante.

Luego de eso, viene la tranquilidad.

—¿Qué tal tu semana, Med?

La doctora Greyson, siempre tan formal y refinada, me bombardea con preguntas simples que van desde un «¿Qué has hecho hoy?» a «¿Sigues sintiendo miedo?»

No consigo responder con naturalidad, ella ya lo notó. Dibujo mi mejor mueca.

—Todo está bien, he estado tranquila.— sonrío forzosamente.— Creo que he mejorado bastante.

Me duele el pecho cada vez que debo mentir para complacer al hombre sombrío. No hay un solo momento en el que no deje de pensar en que se encuentra ahí afuera, en algún lugar, siguiendo mis pasos.

Es como si fuera un pasatiempo para él, solo atacará si rompo sus reglas. Para mí suerte, desde hace mucho que soy buena adaptándome a la imagen de chica callada y oprimida, dócil.

Debo mantenerlo alejado de mis amigos.

—Hmm, eso es muy bueno. Te veo despejada y serena. Sin embargo, eso no excluye la versión que diste al ingresar aquí.— arruga su expresión.— Me enteré del cierre del caso.

Me tenso por un instante.

—Ah, sí. Quizás sea lo más factible, trato de no meditarlo.

—No quieres enfrentarlo.

—No, no quiero hacerlo. Es muy frustrante.— me enderezo en la silla.— Así es más fácil de procesar. Dicen que Emily podría despertar en un par de semanas y el ataque quedará en el pasado.

Levanta las cejas, atenta. Espero que mis gestos no terminen por delatarme.

—¿Eso es lo que quieres?

—¿A qué se refiere?— indago.

Cruza las piernas de forma moderada.

—Regresar a tu antiguo estilo de vida.— aclara, sugerente.— ¿Te gustaba tu rutina?

No, era muy repetitiva y automática.

Obvio no puedo decirle eso.

—Me gustaba mi estabilidad.

—No suenas convencida.

Mierda.

—Lo importante es que esta faceta está por acabar.— aprieto la correa de mi bolso.— Duermo en mi departamento, hoy iré al trabajo y le hablo a mis amigos con frecuencia. Las cosas están retomando su rumbo habitual.

Med: Acosador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora