33. Nada Qué Temer.

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Ted avanzó enfadado hasta la puerta principal, dos días atrás había hablado con Lily, y por lo último que le dijo antes de que le colgara antes de que él pudiese pedirle que recapacitara, su relación había terminado, así que le sorprendió verla de pie frente a su puerta, observó detrás de él, para asegurarse de que su hija no la viera.

—Hola –saludó la pelirroja en tono casual.

—Lily –la sujetó del brazo y salió con ella, iba a cerrar la puerta a sus espaldas, pero ella lo detuvo –pero...

—No vine por ti –comentó en tono tranquilo.

—Pero necesito que hablemos, sobre lo último que me dijiste por teléfono, Lily, yo...

—Fuiste un imbécil, sí, lo fuiste –lo observó –estoy enojada todavía contigo, sí, lo estoy, pero solo eso –lo tranquilizó –pero es la primera y la última vez, que insinúas algo como eso, Ted, te prometo que...

—Insinuar ¿insinuar qué? ¿Qué estoy enamorado de ti? ¿Qué me traes vuelto loco en todos los aspectos? ¿Qué quiero estar contigo?

—No, no –lo señaló enfadada –eso está bien, porque me siento igual, pero eso de "conmigo tendrás la libertad que quieres" –bufó –eso no es así, y lo sabes, solo es una forma bonita y romántica para arreglar el daño, sí, quiero estar contigo, pero no será ahora, y mucho menos como solución para salir del yugo de mis padres, así que no vuelvas a insinuar que eres mi única salida a eso.

—Bien –aceptó.

—Ahora, si me disculpas, vine a ver a tu adorable hija.

—No sabía que la verías, no me dijo nada.

—Es que no le avisé, quería que fuera conmigo, la vez pasada, me dijo que cuando tuviese reunión familiar, la llevara –se encogió de hombros –así que cumplo mi promesa, claro, si ella quiere ir.

—Ni siquiera me has pedido permiso para llevarla –rezongó Ted.

—No creí necesitar tu permiso, conoces a mi familia –se encogió de hombros, tranquila.

—Pues sí, pero ella...

—Ella también –informó –cuando recién entré a trabajar aquí, el chofer de papá nos llevaba y traía, un par de veces viajó con mis padres y conmigo.

—Así que Ada ya sabía que tus padres tienen dinero.

—Sí –asintió tranquila.

—Pasa –indicó, pero antes de que entrara, la besó fugazmente –te amo, Lily.

—Y yo a usted –se aclaró la garganta –hola, Ada –sonrió dulce.

La mirada de la niña fue de un lado a otro, en los adultos, Ted hizo un semblante serio, fingiendo no disfrutar de ver a Lily, así que la niña sonrió dulce.

—Vine, porque hace un tiempo, me dijiste que cuando hubiese reunión familiar, te llevara –comentó –así que vine por ti.

—No he pedido permiso –comentó la niña.

—El ogro de tu padre ya me ha dicho que no –hizo un mohín –y puso de condición tu decisión –se encogió de hombros.

—Papá ¿puedo ir con Lily a la casa de sus padres?

—Ah, no, será en la casa de los abuelos –la corrigió.

— ¿En serio? –Sus ojos brillaron.

—Bien, hagamos esto, la verdad, es que pasaremos el fin de semana allá, así que... quería saber, si querías ir conmigo, por todo el fin de semana.

The Sitter [Teddy & Lily]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora