25. Collar.

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La mirada de Lily observó dentro de la habitación de Ted, contrario a ella, él no había desempacado, así que frunció el cejo, observándolo de nuevo, no entendía porque estaba molesto.

— ¿Pasó algo con Ada? –Cuestionó preocupada.

—No, ella está muy bien, divirtiéndose con sus abuelos –respondió.

—Entonces ¿por qué estás así?

—Te dije que si no estabas segura podíamos regresar a Londres, eso es lo que haremos –comentó.

—Pero... pensé que podríamos ir a ver la casa más antigua de...

— ¿Estás segura de querer hacerlo?

—Ah, sí, por eso lo sugerí ¿qué pasa, Ted? –Se cuadró frente a él.

—Hablé con Victoire –informó –quince minutos muy interesantes.

—Pensé que tardé cinco en vestirme.

—Puedes revisar mi llamada –sugirió.

—Bien ¿y qué te dijo? –Preguntó.

—Más bien, deberías decirme ¿por qué realmente estás así? Pensé al inicio, que te asustaba volar, pero desde que salimos de mi casa en Londres, estás bastante... así –la señaló.

—Lo dices por mi ropa interior –soltó.

— ¿Qué? –Su mueca fue de confusión –pero ¿qué tiene que ver tu ropa interior con esto?

—Pues tal vez todo –se encogió de hombros –yo estaba muy emocionada por venir, pasar un tiempo juntos, porque cuando vuelva Ada, no sé cuánto podremos estar juntos –admitió ella, pero Vic y Audrey dijeron que era muy apresurado, que posiblemente tú tenías la esperanza de ya sabes, que pasara algo más, entre nosotros.

—Lily –soltó irritado –dime ¿en serio creíste que te traje a un país extranjero para forzarte a estar conmigo?

—No, no a forzar, quizás dijiste, oye, la chica se deslumbrará si la llevo en un jet privado, a un enorme castillo, se sentirá en deuda y... no lo sé, quizás tenga oportunidad de –se encogió de hombros.

—De Audrey no dudo que te diera esas ideas, no me conoce, pero ¿Victoire? –Negó.

—Según ella, ya sabes, te encanta el sexo y todo eso... y podrías dejarme si no pasara nada entre nosotros.

—Me gusta el sexo, sí ¿a quién que haya tenido no? –Se encogió de hombros –pero también me gusta que mi pareja esté de acuerdo en estar conmigo y no coaccionarla a estarlo.

—Perdón –se disculpó y avanzó hasta él –no es tu culpa, sino más bien la mía.

—La falta de comunicación es lo que nos lleva a esto –informó –así que por favor, la próxima vez que...

—Cuando te digo que es mi culpa, es porque la es –comentó ella –posiblemente fue su forma de detenerme, porque... en serio, Teddy, cuando te digo que me encantas, lo digo en serio.

—También me encantas, y te propuse que salieras conmigo, y acepté la condición de que entre nosotros no pasaría nada ¿recuerdas eso?

—Pues entonces, esfuérzate un poco, en no besarme tan bien –admitió ella.

La pelirroja se colgó del cuello del castaño para besarlo, las manos del hombre la sujetaron con firmeza y la alejaron de su cuerpo, ella sonrió divertida.

—Entonces, vayamos a esa vieja casa –comentó Ted.

—Primero quiero algo de comer, si no te molesta.

The Sitter [Teddy & Lily]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora