20. Tiempo Compartido.

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La pelirroja rechazó la llamada y apagó su teléfono ante una mirada curiosa de su ex jefe, no dijo nada, pero que ella hiciera eso, le agradó, prefería pasar un rato ahí charlando con él, que decirle a su primo donde estaba para que fuera por ella, por fin tendría la oportunidad de saber dónde vivía.

—Ah ¿cómo ha estado Ada?

—Bien, no quiso que te llamara, mis planes eran que te quedaras a dormir en casa, no sabía cuánto tardaría –admitió –pero no quiso, así que le dije que entonces Victoire la cuidaría, y pareció tranquila con eso, pero... no lo entiendo del todo.

— ¿Qué? –Cuestionó Lily.

—Ella no tiene razones para de la nada, comenzar a rechazarte de esa manera, no es como...

— ¿Usted me gustase? –Preguntó.

—No, yo iba a decir otra cosa, pero sí, también...

Lily observó a otro lado, había estado charlando con Audrey, y ella tenía la filosofía que confesarle a una persona que te gusta no tiene nada de malo, lo peor que puede pasarte es que te rechacen y así, puedes seguir adelante con tu vida.

Se bajó del auto, en un momento, su cabeza comenzó a ir demasiado aprisa, y eso trajo consigo a su ansiedad, así que necesitaba un poco de aire fresco, él salió apresurado cuando ella comenzó a alejarse.

—Lily –la llamó –Lily, espera...

La pelirroja se detuvo, así que Edward quedó frente a ella en un instante, con el ceño fruncido, sin comprender aquella extraña actitud, la mirada olivo de Lily se posó en los ojos miel de Ted.

—Lo cierto es que sí –se encogió de hombros –me gusta –confesó –me gusta bastante, para ser honestos.

—Bueno, si quieres que sea honesto también, te diré que me gustas también –sonrió –ni siquiera mi esposa me gustó tanto como tú me gustas ahora –confesó.

Lily acortó la distancia, lo sujetó del cuello y acercó sus labios a los de él, para besarlo, agradeció que el la sujetara de la cintura porque cuando sus piernas se sintieron de goma habría terminado en el piso, los labios del hombre eran un manjar, eran suaves y perfectos, en un momento el tierno beso dejó de serlo, y cualquiera que los hubiese visto, pensarían que se trataba de un par de caníbales tratando de tragarse al contrincante.

—Necesitamos mantener esto en secreto –argumentó Ted, pegando su frente a la de ella y sus manos acariciaban el rostro de la chica.

—En serio me gusta, y mucho –admitió –pero Ada...

—Lily, no quiero ocultarle esto a ella, pero primero tengo que saber la razón por la cuál de la nada se comporta así.

—Bien –admitió.

—Y tenemos que encontrar una forma de vernos, sin que ella...

—Ella lo que no quiere es perderlo –comentó.

— ¿Ni siquiera ahora vas a tutearme? –hizo un mohín.

—Bien –puso los ojos en blanco –ella no quiere perderte, y le enfadaba que llegaras a tu casa, y charlaras conmigo en lugar de estar con ella, Ada te quiere, quiere que le demuestres cariño, que pases tiempo con ella, y no quiere que me lo dediques a mí, y yo no quiero que ella se sienta abandonada, sólo porque... nos gustamos y ya sabes –se encogió de hombros.

—Y comprendo todo eso, quiero pasar tiempo con ella, pero también quiero pasar tiempo contigo ¿tiene algo de malo? He pasado más tiempo siendo su papá que siendo yo.

The Sitter [Teddy & Lily]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora