20. Un corazón ilusionado

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   El Capitán Jack Sparrow guardaba silencio mientras removía los restos de comida de su ropa con las franelas que las mozas usaban para limpiar las mesas. Afortunadamente para él, solo el cantinero había visto lo que Anastasia había hecho. El tipo después de haber regañado a la muchacha volvió con los trapos para disculparse con el pirata por el comportamiento de la moza.

Momentos después otra chica llegó con otro plato de comida y una botella llena de licor, el pirata tomó su desayuno intentando averiguar la razón por la cual Anastasia había actuado de esa forma, pero no se le ocurría nada.

—¡Renuncio! —exclamó la joven Randall a la dueña del burdel.

Lady Melania, una mujer alrededor de los sesenta años, alta, delgada, y no muy agraciada, pero vestida como si fuese a un carnaval, miró a la chica de pies a cabeza y frunció el ceño.

—Sabía que cometía un error si te contrataba. Lo haces todo mal, eres muy lenta y además eres grosera con los clientes. El Capitán Sparrow es nuestro mejor cliente y le arrojaste el desayuno encima. —le reprochó.

—Perdone. Pero le aseguro que se lo merecía.

—¡Puede ser que sí, puede ser que no! ¡No me interesan tus motivos! —gritó la mujer —Y me alegra que hayas renunciado tú, porque me has ahorrado el sermón de cómo se debe de tratar a los clientes.

La chica agachó la mirada sintiendo vergüenza por su actitud, pero estaba muy enojada con Jack y con ella misma.

Se disculpó nuevamente y se dispuso a salir de la cocina, pero Lady Melania la detuvo.

—¿Te irás sin tu pago? —dijo la mujer.

Anastasia volteó a verla pensando en las menguadas monedas que había conseguido con las pocas horas que había trabajado. Pero a la vez creyó que lo que fuera, sería mejor que nada.

La dueña de La Divina Pecaminosa tomó una caja de tamaño mediano que estaba sobre una de las mesas de la cocina y se la entregó.

—¿Qué es esto? —preguntó la rubia esperando dinero en lugar de eso.

—Es tu pago.

—¿No habíamos quedado en que me daría diez chelines?

—¿No habíamos quedado que trabajarías unos días? Tómalo y cállate. Por el poco trabajo que hiciste aquí, no mereces ni una sola moneda. Si no lo quieres devuélvelo, a mis pupilas si le sirve mucho. —sentenció y Anastasia abrazó la caja y se fue.

Lady Melania suspiró y salió de la cocina rumbo al bar, dirigió su mirada hacía la mesa en la que estaba ubicado Jack Sparrow, ambos chocaron sus miradas y la mujer le guiño un ojo. El Capitán del Perla Negra con un gesto le agradeció desde lejos.

Fuera de la Divina Pecaminosa, Anastasia abrió la caja que le habían dado como paga, descubriendo que en su interior había un vestido nuevo. Sonrió al verlo y lo volvió a guardar. Pensó en ir a ponérselo enseguida, pero se le ocurrió que tal vez no era buena idea, deseaba tomar un baño primero, además de que temía que este se arruinara como el que ya traía puesto.

Caminó al puerto y abordó la famosa nave de velas negras, y escondió la caja dentro del camarote que compartía con Jack.

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