El Capitán Jack Sparrow va tras un misterioso y gran tesoro que está lleno de secretos, misterios y leyendas. Se dice que, todos aquellos que fueron en su búsqueda, jamás volvieron. La única pista que el pirata tiene es Anastasia, una joven que casi...
En la Isla Santa Lucía, Lizabetha Harbour organizaba una boda.
Pese a que en un principio este hecho la entristecía, al paso de los días la idea no le parecía tan descabellada. Remy Dupont era un hombre muy atractivo, podría decirse que era uno de los solteros más codiciados y siempre le había agradado. Todo el tiempo que tenía de conocerlo, lo había visto como a una amistad más, incluso después de ofrecerle su mano a cambio de ir en busca de su desaparecida sobrina. Ahora que su boda con él ya era un hecho, la resignación dio paso a la curiosidad. Nunca había sido un secreto el amor que Dupont sentía por ella, y ahora que estaban comprometidos, estaba deseosa de saber qué tan grande eran sus sentimientos. Incluso, al pensar en él, le provocaba una sensación extraña en el estómago, algo parecido a los nervios a la ansiedad.
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La joven mujer pasaba todo el día viendo los detalles de los arreglos, el banquete, el ajuar, las joyas, el peinado y todo lo relacionado con la dichosa boda. Ella estaba dispuesta a gastar una enorme fortuna para que se realizara una gran fiesta, llena de flores, vinos franceses y comida exótica. Una celebración que opacara a la más lujosa fiesta de cualquier rey.
Lo único que le hacía falta en esos momentos, era estar al lado de su querida Anastasia, la niña de sus ojos. El vivo recuerdo de su hermana, y a quien amaba como a una hija propia. Se sentía tan sola sin ella.
Por las tardes, al acabar con todos sus pendientes, iba a la habitación de su sobrina y miraba por las ventanas, en espera de que alguno de los barcos que llegaban al puerto trajera de vuelta a Anastasia. Y ahí permanecía hasta que el sol se ocultaba en el horizonte, y con lágrimas en los ojos, se retiraba a dormir.
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En medio del basto océano, una flota de tres embarcaciones iba en busca de alguna pista para encontrar a Anastasia Randall. El Tifón y el Tritón, dos naves al servicio de la Corona Francesa, eran guiadas por su barco insignia el Trinidad. Dicha nave, era comandada por el Comodoro Remy Dupont, quien se había fijado la meta de encontrar a la sobrina de su prometida Lizabetha Harbour. En su viaje lo acompañaba el joven André Harker, que, pese a la oposición de su padre el Gobernador de la isla de Santa Lucía, había zarpado en busca de su amada.