El choque de espadas se escuchaba en la pequeña explanada que se escondía detrás de la fortaleza, junto al agua.
Anastasia Randall llevaba puestos unos pantalones grises, botas, camisa y chaleco. El rubio cabello lo llevaba trenzado para que los mechones no le picaran los ojos en el entrenamiento. El sudor le escurría por la frente y se deslizaba por las mejillas y el cuello. Tenía la cara roja y la mirada furiosa puesta en los ojos de su maestro.
—Has mejorado bastante, niña. —La felicitó Giordano De Luca, maestro de armas, que tenía un acento proveniente del viejo continente. El hombre apuntaba su espada hacía su alumna, en espera de que ella lo volviera a atacar. La muchacha se moría de agotamiento, habían entrenado ese día por casi cuatro horas. Respiraba agitada, mientras que él estaba fresco como agua recién sacada del pozo.
—Pero aún no soy lo suficientemente buena. —Se quejó.
—Esta es tu tercera semana de entrenamiento —explicó el hombre —. No quieras aprender en tres semanas lo que yo he perfeccionado en décadas.
Jack Sparrow le había hecho una promesa: él la protegería de todo peligro. Pero cuando le presentó a Giordano De Luca, maestro de armas italiano, se sorprendió.
—Giordano es excelente con la espada —le dijo en cuanto se lo presentó hacía ya tres semanas —. Va a enseñarte a usarla.
—¿Por qué? —ella se sorprendió. La idea no le gustaba.
Jack se acercó a ella, aún estaba tambaleante y débil, pero tenía la fuerza suficiente para mantenerse de pie y caminar un tramo muy corto.
—La mejor forma de protegerte, es enseñándote a que te defiendas sola. —explicó.
Aunque de mala gana aceptó, puso todo su empeño para no decepcionarlo. La primera clase fue muy dura. Se sentía extraña con ropa de hombre y sosteniendo una espada.
—Esta espada no se sostiene con dos manos. No es un mandoble —la había reprendido De Luca el primer día —. Solo usa una mano. ¡No! ¡Así no! Tampoco es un puñal ni un cuchillo para cortar pan, niña tonta. Sostenla así, como yo. Mírame. Sí. Así. Muy bien. Ahora mira mis pies. ¿Ves?
Al final del día, terminó mallugada, con rasguños y golpes. El cuerpo le dolía. Pero tenía una enorme sensación de satisfacción.
Realmente era muy torpe. Muchas veces, cuando pretendía retroceder, tropezaba con sus mismos pies y caía de espaldas al suelo. Otras tantas, Giordano lograba desarmarla con un solo movimiento. Y un parde veces, la hizo caer al agua.
—Debes de estar atenta, niña. Si no aprendes bien, cualquiera te puede matar —le dijo después de tenderle la mano para ayudarla a salir del agua —. Debes mejorar, para que tú puedas matarlos a ellos.
<<Matar a Vane —pensó —. Yo puedo matar a Charles Vane. >>
Esta ese momento no había visualizado esa posibilidad. Solo había creído que debía mantenerse lo más lejos posible de él y daba por sentado que algún día, Jack se haría cargo de hacerle pagar. Pero ahora, ella podía matarlo y saborear la venganza con su propia mano.
Comenzó a practicar todos los días, incluso antes y después de cada entrenamiento. Antes de dormir, y en las mañanas al despertar. Poco a poco dejó de ser menos torpe. Ya no se tropezaba ni caía al suelo. Giordano De Luca ya no la desarmaba tanto ni tan fácilmente. Ya no la había hecho caer al agua. Y sujetaba mejor la espada que antes. Ya sabía defenderse. Pero le faltaba aprender a atacar.
—Mantén las piernas separadas —ordenó el maestro italiano —, una siempre detrás de la otra, no lo olvides. Las dos listas para retroceder o avanzar, según sea lo que te convenga. La mirada siempre puesta en los ojos de tu rival.
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Cold Heart
FanfictionEl Capitán Jack Sparrow va tras un misterioso y gran tesoro que está lleno de secretos, misterios y leyendas. Se dice que, todos aquellos que fueron en su búsqueda, jamás volvieron. La única pista que el pirata tiene es Anastasia, una joven que casi...